Me desperté de pronto, en medio de una clase. Me encontré sentado en un pupitre, en primera fila, y la profesora, parada frente al curso, me miraba con curiosidad. Entendì que ella había notado que me había quedado dormido. ¿Durante cuánto tiempo? Sinceramente, no tenía la menor idea. Intenté disimular. Quise dar a entender que, si bien era cierto que me había dejado vencer por el sueño, eso no quería decir que estuviese del todo desconectado del tema que se estaba tratando. Como la mejor defensa es un buen ataque, pasé por alto el hecho de haberme quedado dormido y pregunté, apuntando al fin y al cabo a un posible objeto de investigación, qué clase de imágenes son los sueños. La profesora comenzó a responder, diciendo que mi pregunta era interesante, pero yo la interrumpí para añadir lo siguiente: "Es más: ¿qué clase de vínculo establecería conmigo alguien que ahora se durmiese y me soñara?" Seguí: "¿Y si dos personas se duermen a un mismo tiempo y consiguen soñar la una con la otra, compartiendo lo que sucede en ese sueño?"
Lo que sí recordé entonces fue lo que había estado soñando. En mi sueño, yo me había despertado en medio de la noche. Laura se había levantado para ir al baño. Creo que también yo. Deambulábamos como fantasmas en medio de la noche. Tropezar con la cabeza embalsamada de un alce, absurdamente montada en una pared del dormitorio, fue la señal que me indicó que algo no estaba bien. Supe que no podía moverme. Lo intenté, y tampoco logré gritar. De pronto desperté, en ese mismo cuarto, pero ahora acostado en la cama, como correspondía. Despierto, pero tampoco en esta escena conseguía moverme. De repente, una niña entró a la habitación, llevando de la mano a otra, más pequeña que ella. Yo conocía a la niña más grande, aunque no pude saber con exactitud quién era. En cuanto a la otra, la más chica, su cara me resultaba perturbadoramente familiar. Pude mirarla mejor mientras se subía a la cama, en la cual yo permanecía inmóvil, y entonces, ya de pie sobre el colchón, convertida ahora en una casi adolescente, comenzó a saltar, con actitud agresiva y desafiante.
Laura le dijo, de manera un tanto brusca, que se quedara quieta. Yo quise desembarazarme de una sensación angustiante, que me iba invadiendo, pero no lograba hablar. Apenas pude gimotear algo, sin palabras, sin contenido. Creo que grité. Que me sacudí. Que sobresalté a Laura, que dormía al lado mío. Que me abrazó, y con ese solo gesto logró que me volviese a dormir. Fue entonces que desperté en el aula. Ahora no me puedo mover. Y no sé si estoy dormido o si estoy despierto.
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