jueves, diciembre 06, 2007

El valor de un fragmento

Navego por internet, la red de redes, ese lugar que no es en sí un lugar, sino una colección de lugares, y al mismo tiempo todos ellos un no lugar al fin y al cabo, donde resulta posible encontrar cualquier cosa, desde lo más revelador a lo más intrascendente, que como siempre sucede es el enorme pajar dentro del cual se ocultan aquellas preciadas agujas. Navego por un rato sin buscar nada en particular, saltando de un vínculo a otro, cuando de repente me detengo en un poema.

Leo los primeros cuatro versos, que dicen así:

Me pesarán tus ojos
de aquí hasta la muerte.
La culpa ha sido mía:
yo no debí mirarlos.


Y llegado a este punto me detengo y me pregunto si convendrá seguir leyendo. Es tal el impacto de esas pocas, escuetas palabras, que me parece que cualquier cosa que venga después no podrá sino opacarlas. Me digo que a veces el mayor desafío para un artista es saber dónde colocar el punto final a sus obras, ese punto final que tantas veces debió haber aparecido antes, y no después.

Igual me tomo el trabajo de salvar el vínculo en cuestión, por si más tarde decido leer el resto. La tentación, se sabe, suele ser fuerte.

12 comentarios:

manulandia dijo...

Leí lo que sigue... y no vale la pena...

Límite... en dónde está?

Todo se vuelve tan subjetivo...

Francisco Lanús Büll dijo...

Como Manu (y como todos ya que lo de la tentación es tan cierto...) entré en el vínculo: Creo que vale leerlo pero es al final de esos cuatro versos que se produce el quiebre entre dos textos diferentes: ¿Limite? ¡Qué palabra! A vecs le encuentro un significado sospechoso, arbitrario, casi autoritario. Otras aplaudo su justeza, el poder de su síntesis, su valor indiscutido, incomprendido.
Enorme desafío el del artísta Germán: la dualidad entre explicar lo que uno entinde, dibujarlo a lo largo de una página o dos o veinte, agotarlo en el própio universo o dejar allí los tres puntos suspensivos, una concesión para el lector, una historia sin rostro para que cada uno le ponga el suyo o el de otro o el de nadie.
Creo que el punto final, en este caso, debe ir allí, al término de estos cuatro versos; allí dónde lo que se dice no se agota, dónde hay un nudo y un desenlace, dónde 18 palabras armaron una historia verdadera que se lee y se termina pero núnca se acaba. Lo que sige después de eso es sólo anexo de lo que no fué, condimento, otra historia.

Francisco Lanús Büll dijo...

Y hablando de la juteza de los textos: el punto final.

"Yace aquí quién tanto huía, que también de ésta escapa" (epitafio de un relato de Beckett)

Hace poco en una de las tantas revistas de cutura que se adjuntan a los diarios (no me acuerdo cual) había un homenaje a los cuentos mas cortos del mundo. Los ganadores tenían entre cuatro y siete palabras. Obviamente no se trata de cantidad sino de calidad, pero me parece interesante entender que a veces es el texto mismo que nos dice Basta. Cuando el vaso está lleno, no se puede seguir sirviendo (¿Alguien dijo "Metáforas Baratas"? jaja)

Anónimo dijo...

El punto final en el lugar y momento justos de la obra puede significar el encuentro de esa puerta abierta que lleva al artista a su próxima creación.
Creo que derrochar todo el potencial artístico en una sola o pocas piezas es el delito más grave que puede cometer un artista.
En el arte, "ser tacaño" es a veces una actitud sana y sabia.
Estoy de acuerdo con vos ;)
Salu2 kool,
KooLTURE.

Germán A. Serain dijo...

Me preguntaba, días atrás, si lo dicho para los textos no valdría también para las personas. (Era un pensamiento de naturaleza oscura, por supuesto.)

Me decía, por ejemplo, si acaso no hay tanta gente, dentro de ese absurdo panteón de los héroes memorables, que quizás sea recordada precisamente por haberse muerto en el momento justo.

Pienso, por poner un caso, en algunos músicos míticos. ¿Qué hubiese pasado si a Ringo Starr lo hubiesen asesinado poco después del lanzamiento de Let it be y si no hubiese habido en cambio ningún Mark Chapman que matase a Lennon? ¿Sería recordado hoy Kurt Cobain si en lugar de haberse pegado un tiro hubiese sido protagonista del declive musical y comercial de Nirvana? Y si Elvis en lugar de morir en el momento en que lo hizo hubiese seguido engordando de a poco y estuviese todavía hoy vivo, ¿no sería acaso otro Pat Boone, sin mayor pena ni gloria?

Me pregunto si toda esa gente, y tantísima otra y ya no necesariamente músicos, no hubiese perdido mucho de su aura heroica de haber vivido un poco más, lo suficiente como para desmentir el mito.

Coincidentemente con lo que dice Koolture, alguna vez escribí en otra parte: "Decimos que la historia de la princesa tiene un final feliz, por ejemplo, sólo porque despierta, se casa con el príncipe y comen perdices. Pero esto es así porque nos detenemos, junto con el narrador, sabios y prudentes, en el momento justo. Nada sabemos de los dilemas que habrá atravesado el reino una vez convertido el príncipe en monarca, ni de los seguros problemas a los cuales ni siquiera las princesas pueden sustraerse. ¿Final feliz? Sólo porque el narrador lo quiso plantear de ese modo y se detuvo, gneroso, en el lugar preciso."

Adriano dijo...

¡Qué hallazgo! Muchas veces me pasó. La red es inmensa y encontrar algo así, casi por azar, que sea interesante o significativo para uno mismo tiene un valor incalculable. Tuve ocasiones en las que encontré páginas muy buenas pero no pude retener el vínculo y hasta el día de hoy me lamento...Todavía sigo buscando o tratando de recordar cómo se llamaban esas páginas que no pude retener...Un abrazo.

manulandia dijo...

No sé por qué o quizás sí, pero no tengo ganas de detenerme en eso ahora, por qué la muerte lleva a idealizar al muerto?

Al final todos (o casi todos) terminan siendo una "flor de persona..."


Y tal cual... capaz la princesa terminó siendo una infeliz... vieron Barry Lindon?

Anónimo dijo...

yo no pude abrir el link.
probé de todas las formas, hasta copiando la dirección.
cai en tu blog por casualidad musical, me ha gustado (la casualidad y la musicalidad)

Germán A. Serain dijo...

Es verdad, Pini. El link, al menos hoy, está inactivo. Me queda el consuelo de haber leído y confirmado que (en esto coincido con Francisco y con la princesa de Manulandia) lo valioso del texto aquel está de todos modos en lo que aquí se ha rescatado.

El link caído, en este caso, sirve para confirmar que, como bien dice Adrianófanes, internet es extraordinariamente amplia, pero también fugaz. Y que jamás ofrece demasiadas garantías, ni de verdad ni de permanencia.

Me gustaría saber, Pini, cuál ha sido la casualidad musical que hasta aquí te ha traido y que celebro.

Gracias a todos por pasar.

Santiago Javier dijo...

Ayer a la noche/ madrugada, en el cumpleaños de una amiga, habla de esto del mito con un muchacho que es poeta: el decía que cuando el artista deviene en mito se pierde la complejidad de lo humano, y se lo ve fragmentadamente, ya no como alguien que se equivoca y no es perfecto, sino como una gran creación inmortal.

Silvia dijo...

aquí estoy...buen encuentro, hermoso blog
saludos!

Germán A. Serain dijo...

Gracias, Silvia.

El reencuentro ha sido afortunado, sin duda.

Dejo entre mis cosas el link a tu blog
Humo de damasco...