domingo, enero 20, 2008

Kafkiana

Kafka no duerme. Quien duerme es el hombre al lado del cual Kafka pasa en este mismo momento, sigiloso, intentando no hacer ruido, para no despertarlo. Pero toda su precaución es inútil: el hombre emite un quejido, se mueve un poco y luego abre los ojos y lo mira. El escritor no se inmuta. Se inclina un poco y luego, con voz muy suave, le da una orden: “Considéreme un sueño”, le dice.