miércoles, julio 09, 2008

Entre la memoria y el olvido

"El olvido finalmente nos libera de la mayor parte de las cosas que aprendemos." La frase de por sí resulta provocadora. Pero lo es más si es pronunciada, como sucede en este caso, por el rector de una Universidad Nacional. Ni siquiera nos tomaremos el trabajo de mencionar aquí cuál, no porque no valga la pena saberlo, sino porque las ideas más profundas debieran aspirar siempre a un saludable anonimato.

Que el olvido, lejos de ser tenido como un enemigo, pueda ser considerado liberador, en un contexto en el cual solemos quejarnos de la escasa memoria de la gente, puede parecer un contrasentido. Que un docente, cuya tarea aparente es fijar conceptos en la conciencia de sus estudiantes, califique el olvido de este modo, es por lo menos inquietante. Salvo que en realidad la verdadera tarea de un maestro sea otra.

En las comunidades primitivas, que todavía no conocían la escritura, donde la memoria tenía el sentido de lograr que la repetición ritual de determinados relatos permitiera traspasar de una generación a la siguiente los contenidos de una cultura, la gente se reunía en torno de una fogata para repetir, una y otra vez, las mismas historias. Pero no eran las historias en sí mismas lo importante, sino su contenido simbólico. Poco importaban en general los detalles, siempre y cuando se mantuviese lo esencial del relato, y es por eso que en diferentes regiones del mundo se repiten muchas historias míticas, aunque cambian los nombres de sus actores.

Hay personas que son capaces de retener enormes cantidades de información: nombres, fechas, rostros, bibliografías, datos en general. Yo reconozco que la memoria no ha sido ni probablemente vaya a ser jamás mi fuerte. Tal vez por esto la frase en cuestión me resultó llamativa. Por conveniencia personal. Aunque también porque subvierte una serie de valores que a la mayoría de nosotros nos han inculcado desde chicos, afines a un enciclopedismo que hoy resulta imposible de seguir sosteniendo, pues es tanta la información disponible y declaradamente importante, que resulta sencillamente inabarcable. Hoy no se puede leer todo lo que sería necesario leer, escuchar todo lo que deberíamos escuchar, conocer todo lo que merece ser conocido.

Es un poco a lo que alude Cortázar, cuando en su libro Rayuela se refiere a la melancolía de una vida demasiado corta para tantas bibliotecas, y a la conciencia de que al leer a Joyce se está sacrificando automáticamente otro libro y viceversa. O lo que Rodrigo Fresán sintetizó desde la foto de la solapa de uno de sus libros en una maravillosa sentencia estampada en una remera, que la gran literatura a veces viene en envase chico: "Too many books, so little time." La frase en cuestión admite modificaciones al gusto de cada quien, y podemos cambiar el too many books por tantos lugares, tantas mujeres, tantos museos, tanta música, etcétera.

Pero aunque el tiempo fuese infinito, la memoria es por naturaleza débil. No recordamos todos los libros que hemos leído, ni el nombre de aquella película que en su momento tanto nos emocionó, ni mucho menos el autor de aquella frase... ¿Cómo era la frase?...

Entonces, tal vez debamos plantearnos qué cosas deberíamos priorizar en nuestro aprendizaje. O en aquello que pretendemos enseñarle a los demás. Tal vez lo importante no es lo que seamos capaces de recordar, sino lo que alcancemos verdaderamente a comprender. Y de más está decir que la comprensión no siempre pasa por el lado de la racionalidad. Muchas veces lo emocional, lo ético y lo estético son claves indispensables para comprender las cosas del mundo y a los otros.

Por suerte contamos con el olvido. De lo contrario, muchos de nosotros estaríamos dispuestos a creer que lo importante es aquello que se recuerda. Y nos veríamos compelidos a leer todas las bibliotecas, a conocer toda la música, los cuadros, los lugares, las frases célebres, los blogs y las páginas de internet indispensables, y tantas otras cosas. El olvido viene a demostrarnos que ese enciclopedismo no tiene ningún valor. Que lo importante radica en otro lado. Comprender a fondo el sentido de una hoja de trébol, de una mirada, de una única melodía, de un minuto de nuestras vidas, acaso sea desafío suficiente.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Dijo Borges : "Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón."


Liberador en otro sentido, no creo porque tener que liberarme de lo aprendido, ojala siempre viva presa de eso.
Desde marzo hasta Junio puedo decir que adquirí muchas mas cadenas a las cuales apresarme, ya las tengo conmigo..Gracias otra vez.




*No por sombrío, menos cálido*

JAVIER MOYANO dijo...

German:Espero no generar ningun caos, solo queria saludarte, ahora que estas mas relajado con el tema de la correccion de los examenes.El tema de la memoria y los olvidos como mecanismos de defensa estan buenos, pero esos olvidos que te dejan tambaleando en un mar de incertidumbre, creo no son tan benevolos, es mas , a mi personalmente me provocan sensaciones muy feas,digo, olvidarte como funciona tal o cual cosa, es verdaderamente preocupante.no?.Saludos

Germán A. Serain dijo...

La incertidumbre, Javier, es algo natural de nuestra condición humana. Debemos aprender a convivir con ella, tanto como con el olvido. El que esa incertidumbre y ese olvido sean algo incómodo, no modifica en nada las cosas. Negar estos hechos sólo nos aleja de la comprensión de lo que en realidad somos. Reflexionar al respecto, nos abre a nuevas perspectivas.

La negación es un mecanismo de defensa. Pero no siempre es saludable.

---------------

Melisa: Agradezco infinitamente los conceptos que me es dado leer entrelíneas en lo que escribís. Así y todo, en tu "ojalá" está encerrado aquello que pretendía explicarle a Javier más arriba. Coincido, en todo caso, plenamente en ese "ojalá" que nos es tan propio.

Anónimo dijo...

Interesante y agradable...
Siempre...
Vuelvo a desconcentrarte porque se que apenas ponga publicar comentario, un correo estará rebotando en tu bandeja de entrada..En fín, el fín es el mismo, seguir robando tu atención para que nunca termines el artículo.
Ja!Chiste..
De hecho ya me salió mal porque acabas de iniciar sesión..y me decís que ya terminaste..Ufa.
hoy no me sale una...




Siempre un placer...

Anónimo dijo...

hace unos días leí esta frase que complementa la analizada: "La comprensión es lo que nos queda despues de que hemos ovidado lo aprendido". Entonces, lo importante es la compresión de poco, así debamos olvidar mucho....

Germán A. Serain dijo...

Es definitivamente una muy buena conclusión. Y de hecho fue citada también en su momento por el rector aludido. Lo había olvidado. Pero por fortuna, creo haberlo comprendido.

Muchas gracias por pasar por aquí... ¿anónimo?...