sábado, agosto 22, 2009

Apreciar lo que se tiene


Yo no sé por qué razón, pero Daniela suele cantar con sus brazos acomodados detrás de su espalda. Es una costumbre inocente, que hasta podría pasar desapercibida la mayor parte de las veces. Pero no siempre.

Días atrás, cantábamos con el coro. Preocupado yo, por cosas de la vida, incertidumbres diversas, y Daniela con sus brazos detrás de la espalda, como de costumbre. Lo que rompió la rutina fue que al terminar, unas señoras se acercaron para decirle: "¡Querida!... ¡Gracias a Dios!... ¡Habíamos pensado que no tenías brazos!..."

Hilaridad general. La broma del día fue: "¡Daniela! ¿Nos podés dar una mano?" Y juro que la anécdota es verídica. La posición de los brazos, sumada a una capa tejida que cubría justo unos centímetros por debajo de los codos, había generado para esas señoras del público la sensación visual de que aquella soprano, literalmente, carecía de brazos.

Pero más tarde, cuando ya las risas se habían apagado, se me ocurrió hacerle a Daniela la pregunta que me lleva a dejar esta anécdota anotada aquí: "¿Y por qué no podría haber sido así?"

Para decirlo de otro modo: estamos tan acostumbrados a tener ambos brazos, que nos cuesta comprender lo afortunados que somos por ello. Si una malformación o un desgraciado accidente nos hubiesen puesto en la posición de desear, como el más preciado de los bienes, tener un simple par de brazos, lo entenderíamos mejor. Como los tenemos, sucede que un equívoco como el narrado nos causa gracia. Mientras tanto, nos lamentamos por otras cosas que nos faltan, que tal vez no nos dejan ver lo afortunados que somos por lo que tenemos.

Siempre nos van a faltar cosas. Y proponer apreciar las que tenemos no es conformismo. Se trata de intentar medir convenientemente nuestras fortunas y desdichas, como para no malograr lo mucho que nos va quedando. Eso por lo cual vale la pena seguir.

10 comentarios:

FROYD dijo...

Sr. Serain. Luego de angustiarme en su blog anterior por la falta de actualización del mimos, me rindo ante se simpleza e inteligencia en este nuevo espacio. Saludos nuevamente, y gracias por seguir estando con nosotros (ex aprendices universitarios).

daniel dijo...

Ni me cuentes, tengo el brazo derecho quebrado e inutilizado desde hace un mes. Se extraña muchísimo las capacidades de los dos brazos, pero es increíble como uno se va adaptando a las situaciones y aprende... siempre se aprende...

Aria A. dijo...

Pocas veces se valora lo que se tiene, mas que, cuando alguien hace evidente su predileccion por cierto objeto o cuando lo vemos perdido.
En ambos casos el resultado es el mismo, lo valoramos porque lo perdemos. Situacion ilogica si, pero la costumbre nos ha forzado a ver comun y corriente aun la mas minima cosa extraordinaria.

Saludos, espero me recuerdes
(Aria, YR)

Anónimo dijo...

Es uno de los placeres más hondos e inmensos de la vida que la red me haya dejado conocerte y tenerte ahora de sobrino.
Te quiero mucho, sobrino Germán!

Daniel dijo...

Valoramos más algo cuando lo perdemos o estamos a punto de perderlo. Vivimos una vida llena de posibilidades y alternativas, ¿cuánto apreciamos todas estas alternativas? ¿Cuánto la aprovechamos? Parece que mientras estamos viviendo perdemos la perspectiva y desaprovechamos todas estas capacidades... Recién al borde de la muerte es cuando recobramos la perspectiva. ¿Cómo hacer para conservar la perspectiva en todo momento y no esperar al momento de perder para valorar?

Anónimo dijo...

qué sería peor...¿perder algo o no haberlo tenido nunca?
dudas de una mañana gris, de nuages gris como las de Liszt, de Gaby Comte (de paseo por los blogs)

///.---./// k-rol ///.---./// dijo...

¡Qué forma de narrar la vida, de narrar lo que muchos pasan por alto! ¡Grandioso blog!

manulandia dijo...

me dejó mal este post... o quizás esté mal... conozco mucho lo q me falta y poco lo que tengo.

Germán A. Serain dijo...

Gracias a todos por pasar y por sus comentarios y por su buena onda.

Y sobre todo por saber disculpar esos lapsos en los cuales desaparezco y ni siquiera tengo la decencia de responder como es debido a cada uno de sus comentarios en tiempo y forma.

Son tiempos, precisamente.

Germán A. Serain dijo...

Gracias a todos por pasar y por sus comentarios y por su buena onda.

Y sobre todo por saber disculpar esos lapsos en los cuales desaparezco y ni siquiera tengo la decencia de responder como es debido a cada uno de sus comentarios en tiempo y forma.

Son tiempos, precisamente.