"¿Por qué ha de ser tan imposibleEs curioso. De una novela de 430 páginas a mi criterio resalta esto, apenas una frase puntual de trece palabras. ¿Será que no he leído bien el resto del libro? ¿Será acaso que soy demasiado simplista?
saber lo que hay que hacer?"
Mi hija ayer se topó con el libro en cuestión, miró su tapa, leyó su título, que ni siquiera viene al caso ahora, y me preguntó de qué se trataba. Yo intenté una respuesta genérica, que es una novela en la que pasan muchas cosas, que es difícil resumir el argumento en pocas palabras. Pero ahora me doy cuenta de que también le podría haber dicho esto: que es un libro que entre otras tantas frases que no recordaré jamás incluye ésta, que no repetiré ahora pues ya ha quedado debidamente anotada en el comienzo de esta entrada.
¿Por qué ha de ser tan imposible saber qué es lo que hay que hacer? ¿Por qué razón esta frase? ¿Por qué precisamente ésta y no otra cualquiera de las tantas que hay a lo largo de todas esas páginas? Sinceramente no lo sé, aunque no resulta para nada complicado ensayar algunas ligazones. Por de pronto, las palabras siempre funcionan a la manera de un espejo.
¿Y por qué razón anotarla precisamente aquí, precisamente ahora? ¿Es lo correcto, acaso, estar tipeando ahora mismo estas palabras? ¿No sería mejor estar dedicando este mismo tiempo a otros asuntos? ¿O a decir acaso otras cosas? Pues de esto, precisamente, se trata: nos guste o no, a veces resulta imposible saber a ciencia cierta qué es lo que debemos hacer y qué es lo que deberíamos evitar. Curiosa condición que regula este extraño juego que es la vida, del cual desconocemos las reglas, lo que sucede antes de comenzar a jugar, y también lo que vendrá después.
Eso sí: debemos elegir, constantemente, incluso sin tener ninguna base sólida para hacerlo. ¿Cómo saber, en tales condiciones, qué es lo que debemos hacer y qué es lo que debemos evitar?...
14 comentarios:
"....Eso sí: debemos elegir, constantemente, incluso sin tener ninguna base sólida para hacerlo. ¿Cómo saber, en tales condiciones, qué es lo que debemos hacer y qué es lo que debemos evitar hacer?..."
Leyendo lo que escribiste hoy, no pude menos que recordar una partecita del monólogo de Fausto en el primer acto.
Lo escribo en alemán primero
Wer lehret mich? was soll ich meiden?
Soll ich gehorchen jenem Drang?
Ach! unsre Thaten selbst, so gut als unsre Leiden,
Sie hemmen unsres Lebens Gang.
¿Quién me instruirá? ¿Qué debo
evitar? ¿Tengo que ceder a aquel impulso? ¡Ay! Nuestras
mismas acciones, lo propio que nuestros sufrimientos, entorpecen
la marcha de nuestra existencia.
Veo que la literatura desata tantas preguntas, que la palabra abre tantas posibilidades...abismales o no, y no sé por qué, Barthes siempre vuelve a mi memoria.
Germán: gran pregunta la de esa novela, que atraviesa los trabajos y los días.
y hoy especialmente me pregunto lo mismo desde mi condición de madre, lo cual potencia el interrogante!
Parece que me hubieses leído el pensamiento.
Estoy pasando por un momento especial en mi vida en donde no dejo de reprocharme ciertas elecciones que hice y en donde me pregunto cien veces y más qué hacer de ahora en más...
Creo que el hecho que todo lo que hagamos involucra una relación entre nosotros y algo que lo afecta (sobre lo que recae nuestra acción) y es imposible saber a ciencia cierta cómo reaccionará, jamás podremos saber qué debemos hacer.
¿Qué incómodo que es no? Sacarnos de la certidumbre.
"Maldita, corta mambo y cruel la duda"
Y no sólo eso, Sabrina. Sino que además, sumale a la cuestión del presente y el futuro lo relativo al pasado, la incertidumbre de qué hubiese sucedido si aquel día, en lugar de doblar a la derecha lo hubieses hecho a la izquierda, o viceversa, o si cinco minutos antes, o si diez minutos después, y la inevitabilidad de jamás llegar a saber las respuestas a tales interrogantes, acaso allí estaba el secreto que hubiese venido a solucionarlo todo, o tal vez hubiese sido todo lo contrario. Imposible saber, esa es la cuestión.
Cuando llegamos a una de esos supremos interrogantes, encontramos un genio que en el momento que lo leemos, parece hablarnos sólo a nosotros, como veo también es la opinión de Vero.
Si encima le sumo el pasado, es un buen cóctel de incertidumbres para pasar las noches, penosas e insomnes, sentado en la cama.
Bueno, en mi perfil sali con 1944 años, por más que ingresé 1965 como año de nacimiento
pasaba a saludarlos a todos mis queridos cartesianos...feliz Navidad! (obviamente, GC)
Ah, el Fausto que cita Vero... Y sobre todo el Fausto que todos llevamos dentro. Y por lo menos la evidencia de que saber alemán no disolvería tantos interrogantes. (Sí, me había quedado pendiente decir esto...)
1944 años sería una buena edad, sobre todo si uno estuviese promediando la vida, como para tener alguna esperanza de poder llegar todavía a aprender algo en lo que quedase del camino. Siempre me acuerdo de Sábato, diciendo esta clase de cosas. Tal vez también por la cuestión del Fausto.
Y no, GC. No concuerdo con lo de "cartesianos". ¿Seres pensantes? ¿Definidos por su razón? Yo me defino por mis sentimientos, antes que por mis razonamientos, siempre torpes, siempre incompletos. O si no redefinamos por completo el concepto de "pensar" y lo charlamos de nuevo.
Gracias a todos por pasar, los conocidos y los desconocidos, que por cierto estimaría tanto saber quiénes son, cómo es que han llegado hasta aquí, buscando qué cosas, y sólo para encontrar quién sabe cuáles otras cosas diferentes de aquéllas...
Germán, lo de cartesianos era por la duda, la duda como método casi. En mi caso, la duda como inexorable (GC)
Te diría que dudo un poco de lo que decís, pero sería casi una fantochada... ;-)
Si, coincido plenamente! En verdad sería bárbaro que pudiésemos estudiar un idioma que sí resolviera tantos interrogantes...
Sería como encontrar el elixir de la sapiencia...
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