domingo, abril 03, 2011

Mantenerse a flote


La imagen dice mucho, pero no lo dice todo. No dice, por ejemplo que este bote se llama Love love, ni que pertenece a un artista francés llamado Julien Berthier. Tampoco dice lo que la evidencia hará finalmente obvio: que no todo es lo que parece. Porque este bote, que alguna vez navegó como cualquier otro, no se está hundiendo. Parece que así fuera, pero no. Es un bote que se mantiene a flote, como todo bote que se precie.

Dice la historia que este barco, que en su momento navegó como otros barcos, y que alguna vez también estuvo a punto de irse irremediablemente a pique, iba a ser desguazado por su dueño, cuando Berthier lo vio y quiso comprarlo. Su idea fue rescatarlo, rescatando al mismo tiempo la imagen del incipiente naufragio.

En realidad Berthier recuperó solamente medio bote, la mitad correspondiente a la popa: selló todo hueco por donde pudiera entrar el agua, adaptó una nueva quilla, un nuevo motor, calculó, equilibró, recalculó, y finalmente puso en el agua este resto de barco que es, al mismo tiempo, un barco completo. Un barco eternamente a punto de hundirse que, sin embargo, se mantiene al mismo tiempo a flote.

Más allá de lo curioso de este un inusual trompe l'oeil acuático, me gustó la metáfora que de repente me pareció leer entre líneas en esta obra, reflotada de sus propios restos, que aunque parezca estar hundiéndose, en realidad todo el tiempo se reinventa y se salva.

Casi como el Ave Fenix, pero de agua en vez de fuego.


No hay comentarios.: