- Es extraño que tú, siendo hombre de mar, me digas eso, que ya no hay islas desconocidas, hombre de tierra soy yo, y no ignoro que todas las islas, incluso las conocidas, son desconocidas mientras no desembarcamos en ellas.
- Pero tú, si bien entiendo, vas a la búsqueda de una donde nadie haya desembarcado nunca.
- Lo sabré cuando llegue.
- Si llegas.
- Sí, a veces se naufraga en el camino, pero si tal me ocurre, deberás escribir en los anales del puerto que el punto adonde llegué fue ése.
- Quieres decir que llegar, se llega siempre.
- No serías quien eres si no lo supieses ya.
Fuerzo la puntuación del fragmento, tanto como para que quede el devenir del diálogo más claro. Que de todos modos es como estar oyéndolo, más que leyéndolo. Me asalta la idea de que llegar se llega siempre. Incluso cuando no lo sepamos. Y de algún modo es casi un consuelo: de algo valen todas nuestras penurias, tanto como nuestras alegrías, en el sentido de que a algún punto nos conducen. Aquí estamos. Ahora se trata de ver qué hacemos con lo que somos, porque el viaje prosigue. Se llega siempre a algún punto, pero en tanto haya vida será sólo para continuar, siempre hacia adelante.
lunes, abril 04, 2011
Llegar, se llega siempre...
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1 comentario:
Y a pesar de todo mi cinismo, en el sentido socrático del término, me obliga a escribir: "Llegar siempre se llega... la cuestión es ver adónde se llega, y en qué estado."
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