Leo en los Cuadernos de Lanzarote, y me digo que hubiese sido un excelente epílogo para el jamás escrito Libro de los Consejos (aunque no siendo propiamente un consejo acaso hubiese sido mejor epílogo para el no menos inexistente Libro de las evidencias, o para el Libro de los itinerarios):
"Durante la infancia y la adolescencia creemos que el mundo es nuestro y que existe para serlo. En la madurez comenzamos a sospechar que no es del todo así y luchamos para que lo parezca. Se comienza a ser viejo cuando comprendemos que nuestra existencia le es indiferente al mundo. Claro que siempre lo había sido, pero no lo sabíamos."La enseñanza, en todo caso, es que no siempre hace falta un gran libro para poder disponer de un epílogo ejemplar.
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