miércoles, diciembre 19, 2012

Diferencia de horas

Le dijeron que el viernes 21, probablemente hacia la medianoche, se terminaría el mundo. El se angustió mucho, pues no quería llegar al final de sus días sin haber completado su obra. Se afanó entonces como nunca, canceló obligaciones y citas, resignó horas que de otro modo hubiesen sido destinadas al descanso, la comida y el amor. Las primeras luces del sábado 22 encontraron su obra terminada. Jamás alguien lo supo. Antes del mediodía ya no quedaba nadie que pudiera decirle un valió la pena.

Por cierto, el cuentito no tiene moraleja. O mejor dicho: tiene la moraleja que cada quien pueda o quiera encontrarle. En cualquier caso actualiza la cuestión de en qué estaría uno dispuesto a ocupar sus horas si tuviese la certeza de que son las últimas que le quedan por vivir, y acaso preguntarse en qué medida ese sería o no el mejor modo de vivir lo que efectivamente nos queda.

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