martes, enero 29, 2013

Luna en el agua

Anoche ella estuvo merodeando por aquí durante horas.
Por supuesto, yo la vi primero, en cuanto apareció,
majestuosa, brillante como un modesto sol,
pero estoy seguro: ella notó enseguida mi insistente mirada,
y desde ese momento también me anduvo espiando,
primero discretamente, sin disimulo después.
Es verdad, ella es misteriosa, altiva, inalcanzable...
Esta última evidencia me duele, por momentos.
Sin embargo, yo creo que también a ella
le duele un poco su propia soledad.
Por eso insiste en volver por aquí todas las noches,
para conversar a su modo con las copas de los árboles,
con la bruma nocturna, con las aguas quietas
que brillan al reflejar su presencia.
La luna aquí es otra.
No es la misma que usualmente veo desde la ciudad.
En estos parajes del sur, lo mismo que nosotros,
ella se transforma en algo diferente.
Será tal vez por eso que ha reparado en mí,
que yo me conmuevo de esta manera al verla.
¿Lo sabrá ella?...
Luna en el agua, inalcanzable, misteriosa...
De repente te sorprendes y confundes,
me doy cuenta, cuando ves
que dos breves lágrimas ruedan por mis mejillas,
mientras no dejo de mirarte.
Ya lo ves, también yo tengo mis misterios.


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