domingo, febrero 01, 2015

Pesadilla

Hay noches en las que uno sueña,
y sueña cosas malas.
Pero a veces estos malos sueños
llegan de una manera extraña,
sin que pueda uno llegar a
determinar con certeza
si en verdad estamos
dormidos o despiertos.
Entonces nos quedamos muy quietos,
como si quisiéramos pasar desapercibidos.
O como si el solo hecho de movernos
pudiese de algún modo desatar
la contenida amenaza.
Hasta que llega un momento en que
por mucho que uno se empeñe
en cerrar con fuerza los ojos
y permanecer inmóvil,
conteniendo la respiración
con la cabeza tapada por las sábanas,
deberá aceptar que eso
que acecha en la oscuridad,
no importa lo que sea,
si no reaccionamos,
tarde o temprano
hará con nosotros aquello
que tenga previsto hacer,
sin importarle que hayamos sido
tan patéticamente cobardes.


1 comentario:

Germán A. Serain dijo...

...Y a la sensación de destierro, sumale este vacío, el no poder moverte, el no lograr que las palabras salgan y digan lo que requiere ser dicho, y vaya uno a saber qué sea.