El tiempo de los inmortales,
lentamente, se aproxima a su fin.
Todos los días hay señales nuevas,
sutiles, pero irrefutables.
Uno desearía no verlas,
pero de nada sirve negarlas.
También sería en vano entristecerse.
Jamás la pena ha servido
para hacerle frente a lo inevitable.
Y sin embargo
cómo hacer para paliar este dolor enorme,
para tapar este agujero que de pronto,
para disimular esta soledad
que adviene inexorable,
que es mía,
pero también tuya,
y la de ellos,
la de todos nosotros.
Germán A. Serain
lunes, marzo 16, 2015
Los inmortales
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