miércoles, septiembre 14, 2016

Fotografías anónimas


Alguien encuentra una fotografía, tirada al pie de un contenedor, debajo de la lluvia. Esto sucede en la calle México al 2500, en la Ciudad de Buenos Aires, un día cualquiera del mes de septiembre. Pero podría suceder en cualquier otro rincón de cualquier otra ciudad, en cualquier otro tiempo. Más tarde esa persona sube esa fotografía encontrada a Internet. Como una curiosidad. Acaso para que alguien como yo la encuentre de nuevo, y la observe con detenimiento, y escriba estas líneas. Y ahí está entonces la mirada de esta mujer, que no sabemos quién sea, o quién haya sido. La fuerza de la fotografía, que insiste en persistir, incluso más allá del anonimato y del tiempo. Debajo de la lluvia, a pesar de los descuidos que marcaron el papel, de la desaprensión que acaso llevó esta foto al pie de un contenedor de basura. ¿Quién habrá sido esta persona? ¿Qué sueños tendría en la época en la cual la fotografía fue tomada? ¿Qué estaría pensando en el momento justo de dispararse la cámara? ¿Qué habrá sido de ella? ¿Habrá alguien que la extrañe, en alguna parte? Esta fotografía, como tantas otras que aparecen perdidas o descartadas, aquí o allá, igualmente anónimas, muestran lo que muestran, pero también son al mismo tiempo un espejo de nosotros mismos. Cada fotografía que nos tomamos o nos toman está signada por el mismo destino: perderse tarde o temprano en las nieblas del tiempo como un pedazo de papel anónimo, que con un poco de suerte será encontrado algún día por alguien. Desde ese pedazo de papel, minúsculo, misterioso, miraremos en silencio a ese alguien, que nos observará y no sabrá nada acerca de nosotros.

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