martes, agosto 29, 2017

A veces

A veces esperamos a la muerte por un lado
y la muerte aparece de improviso
por donde no se la esperaba,
como advirtiéndonos,
como invitándonos a reflexionar
acerca de nuestra fragilidad.
Hoy. Este momento. Ahora.
Esto es lo único que tenemos,
y a veces estoy tan cansado.
Somos frágiles. Lo somos vos, yo, todos.
Claro que hay quienes no lo saben,
quienes ni siquiera lo sospechan,
ni lo quieren saber tampoco.
Nosotros sí. Lo sospechamos, al menos.
Entonces, necesitaría dormir.
Dormir ahora mismo.
Dormir mucho, mucho, mucho, mucho.
O dormir un rato, aunque más no sea.
Dormir con vos, por supuesto.
Mientras dormimos, el mal no existe.
Nada nos amenaza, ni siquiera la muerte,
y nada de lo que hagamos estará mal.
El mal solamente existe a partir del
momento en que nos despertamos
y dejamos de ser nosotros, los verdaderos,
para pasar a ser nosotros, los construidos.
Y entonces, otra vez, ahí están las realidades paralelas,
las dimensiones del sueño, lo otro, lo inasible,
y es como si estuviese un poco demente.
Disrritmia cerebral marcada con rasgos esquizofrénico paranoicos,
sería un diagnóstico posible, embellecido con términos técnicos.
Loco de mierda, podría decir alguien en otra ocasión,
con menos palabras pero muy similar criterio.
Yo no sé, y a esta altura tampoco importa.
Me gustaría tanto ser inocente de nuevo.
Pero ya ni siquiera estoy seguro de qué
cosa quiera seguir diciendo esa palabra.
Ya veremos qué hacemos con todo esto.
La vida, se sabe, no da garantías de ningún tipo.

No hay comentarios.: