jueves, noviembre 09, 2017

In memoriam Minnie

¿Tendrán un alma los gatos?
¿Tendrán un cielo, una vez agotadas
sus siete vidas y sus siete muertes?
¿Adónde van a parar sus ronroneos,
sus juegos, pasiones y misterios?
Ha muerto la gata de la familia.
Esto así, claro está, si convenimos
que aún sea razonable hablar de familia;
hagámoslo en honor a lo que fue en un tiempo.
Lo cierto es que ha muerto nuestra gata.
La enterré en el jardín delantero de la casa,
justo al lado del jazmín, que se ha secado.
¿Tendrán acaso un alma los jazmines?
Sinceramente, me cuesta creerlo.
Lo cierto es que cavé la tumba
al costado del jazmín seco,
una pequeña tumba,
tan poco espacio ocupan
a veces los grandes sentimientos,
y acomodé con cuidado el triste bulto.
Después volqué la tierra que
siempre parece llamar al olvido.
Dice mi psicóloga que no solamente
enterré a mi gata en esa tumba.
Y yo sé que no le falta razón.
Porque un gato no siempre
es solamente un gato,
aunque una sepultura
siempre será una sepultura,
incluso cuando puede que en ella
se estén enterrando cosas muy diferentes
de aquellas que el sepulturero cree.


No hay comentarios.: