miércoles, agosto 22, 2018

Alienaciones

I.
Me mirás con extrañeza
como si estuvieses detrás de un espejo,
como si razonablemente aguardaras
que de mi boca saliesen palabras
que viniesen a explicar algo,
que echasen un poco de claridad
sobre una situación imprevista.
Pero no. Se terminó mi verborragia.
Este soy yo detrás de mi silencio.
Soy yo, intentando decir cosas
que simplemente no pueden ser dichas
pues solo puede decirse lo que se conoce
y el mundo entero se ha convertido de pronto
en una dimensión hostil e incomprensible.

II.
Inmóvil como un gato
como un gato inmóvil
que pacientemente acecha
como si fuese un ratón
a la ineludible muerte
acechador acechado
así estoy yo
atento
vacío
pendiente de una ventana
mientras sospecho que
la muerte llegará
a través de la puerta
a mis espaldas
y sin embargo
no consigo voltearme
permanezco inmóvil
y sencillamente aguardo
lo inevitable.

III.
Qué sucede que se me han
escapado las palabras y las horas.
Dónde se ha ido el niño que fui,
el padre que iba a ser, el hijo,
los primeros besos, los amores,
las esperanzas de un futuro elusivo
que no llegó a ser y sin embargo
ya no es futuro, pero tampoco
pasado, presente, ni nada.

IV.
Henos aquí.
En este momento somos.
Menudo descubrimiento:
es evidente que somos.
De lo contario ni siquiera
podríamos estar diciendo esto.
Y sin embargo el dilema es otro:
no se trata de ser o no ser
sino de intuir qué cosa somos,
de dónde es que venimos,
y hacia dónde vamos
o con qué propósito.
Todos esos interrogantes
tantas veces vanamente repetidos
para los cuales no existe respuesta.
Es posible que no seamos más
que algo que viene de la nada
y se dirige hacia otra nada.
Apenas ese mientras tanto.

V.
Que la noche dure,
que dure la noche,
que extienda su manto
de quietud y silencio
sobre el alma dormida del mundo
al menos para que yo pueda
seguir escribiendo palabras.

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