martes, noviembre 13, 2018

Todo es un ensayo, nadie te está mirando

Hernán Casciari es, a mi modesto entender y por diversas razones, uno de los mejores escritores que haya dado la Argentina en los últimos tiempos. Conozco muchos de sus textos y suelo estar atento a sus novedades. Por eso me llamó la atención, hace algún tiempo, un video subido a YouTube que lo presentaba a través de un título que me resultó atrapante de entrada, además del hecho de que aparentemente me remitía a un texto que yo no conocía.

Error. Se trataba del registro de una charla que Casciari había dado no importa adónde ni cuándo. Charla que comenzaba con una confesión: cuando los organizadores lo llamaron por teléfono para pedirle un título para aquella presentación, él estaba medio dormido y tiró cualquier cosa. O mejor dicho: tiró un título genial, con la idea de escribir algo genial cuando llegase el momento. Cosa que no sucedió. En su charla, vaya uno a saber si por cansancio o falta de inspiración del momento, Casciari volvió sobre un texto suyo antiguo, interesante pero ya conocido. Para colmo, no siempre los buenos escritores son quienes mejor llevan adelante la lectura de sus propios textos en voz alta. Y para mi gusto Casciari se acomoda demasiado bien a esta regla.

Pero regresemos. Dejemos de lado la anécdota y volvamos al título en cuestión. Título que todavía no ha aparecido en este texto. Título que vuelvo a leer y me sigue impactando, como si en su sintética formulación ocultara una verdad de dimensiones colosales, por mucho mayores a lo que una mirada ingenua podría sospechar. Como la punta del iceberg que hundió al Titanic. O algo así.

"Todo es un ensayo, nadie te está mirando". 

Ese era y sigue siendo el título en cuestión. Es verdad, aparece recién ahora en este texto pero ya había sido consignado en el título del presente escrito, casi como en un juego de espejos. Así es la vida.

Todo es un ensayo. Y es verdad. Ensayo, prueba y error. Y de vez en cuando quizás algún acierto. Con un poco de suerte tendremos la lucidez para darnos cuenta de haber acertado, en tal caso. O de haber fallado; porque en ocasiones estas revelaciones llegan a destiempo. Todo es un borrador, que paradójicamente terminará convirtiéndose en la obra definitiva, pues no hay posibilidades de eliminar esas marcas, quitar lo que se ha escrito y cambiarlo por una frase más ajustada a nuestro gusto, como estoy haciendo yo ahora mismo con estas líneas, mejor esta palabra en lugar de aquella otra, aquí un punto, acullá una coma. En la vida, las marcas quedan. Más o menos visibles, pero sempiternas. Un día, en algún momento más o menos imprevisto, abandonaremos este mundo y un capítulo, un párrafo, una frase, quedarán allí, perfectamente imperfectas, a medio bocetar, y eso habrá sido todo. Un puto ensayo (del latín vulgar puttus, según la primera acepción de la RAE adjetivo malsonante, utilizable como calificación denigratoria). Así que mejor amiguémonos de una buena vez con este género, al ensayo me refiero, porque sencillamente no hay otra cosa.

Y además nadie te está mirando. Ni para bien ni para mal. Ni para premiarte por las cosas buenas que hagas, ni para condenarte por las malas. No te persigas, que no vale la pena. Lo cual no quiere decir que no debas cuidarte. Pero no para satisfacer la mirada de un Gran Otro que esté allí, vigilante, sino para vos mismo. Para que cuanto te mires en algún espejo, no importa de qué clase sea, puedas estar orgulloso, o por lo menos satisfecho, o por lo menos que no encuentres motivos de peso para condenarte. Más allá de que -esto también es importante saberlo y aceptarlo- la realidad es que no somos ángeles, sino seres humanos. Con todas nuestras miserias y contradicciones. Ninguno de nosotros está plenamente libre de culpas, por más que muchos no dudarán al momento de arrojar la primera piedra, y la segunda, y la tercera. Pero lo que quiero decir es que el juicio no proviene de un otro, sino de nosotros mismos.

Cómo es que he llegado hasta acá, no lo sé. Yo solamente quería reflexionar un poco, como en voz alta, acerca de un título huérfano. Después de todo, si quiero ser coherente con lo dicho, acaso no estoy escribiendo todo esto para nadie en particular, o acaso escriba para cualquiera. O para vos. O para mí mismo. De todos modos este detalle acaso no tenga la menor importancia.

No hay comentarios.: