viernes, junio 11, 2021

Miedo a la oscuridad

Mucho ha sido escrito acerca del
miedo a la oscuridad. Tremenda tontería.
Absolutamente nadie le teme a la ausencia de luz.
Y sin embargo es cierto que existe
un temor ancestral hacia casi todo aquello que
sólo se mueve en la noche.

Pero a nadie asusta la oscuridad.
Ya dejen de repetir eso, que es una burda mentira.
Ni siquiera una criatura tiene semejante miedo,
por más que nos ruegue que mantengamos
alguna luz encendida hasta el alba.
Es que los niños intuyen cosas
que los adultos negamos.

No es la oscuridad lo que despierta
en nosotros esa imprecisa inquietud,
esa inasible incertidumbre que,
lo confesemos o no, nos angustia.
Lo que despierta el temor,
lo que amenaza en silencio,
lo que no tiene nombre y espanta,
es todo aquello que pueda esconderse
en el marco oscuro de las sombras.

Pero es también el gran temor,
en la disolución de los colores,
en el borramiento de las formas,
de toparnos así, de repente,
de una manera imprevista,
con nuestras más ocultas verdades.
Después de todo es la ausencia de luz,
en el devenir de la noche,
lo que nos lleva a mirar las estrellas.


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