viernes, septiembre 17, 2021

Exorcismos

Anoche me llegó la noticia. De una mujer, la esposa de un amigo, que se dejó caer desde un balcón para intentar terminar así con vaya uno a saber qué demonios. Miro mi propio balcón. Y no la juzgo. Porque pienso en cuántas veces no habré jugado con la idea de hacer lo mismo, un ágil salto repentino, o una pierna volcada del otro lado de la baranda, y la expectativa ante el imposible vuelo. Me digo también que todas esas fantasías las tuve siempre del ventanal para adentro; jamás del ventanal hacia afuera. Probablemente porque cuando me mudé a este departamento, con su balcón, su baranda y su ventanal, yo ya había comenzado a sanar. Pero no puedo dejar de preguntarme cómo hubiesen sido las cosas de haber vivido yo en un sexto piso entonces, cuando mi alma todavía no tenía tregua. Si acaso no hubiese cedido también yo a la tentación horrenda. Y no tengo una respuesta precisa. 

Antes de anoche también estuve hablando de demonios, durante una clase con mis estudiantes del ISER. Les había pedido que escribiesen una ficción, matizada de manera tal que pareciera un texto confesional, en primera persona. Hubo al menos tres personas que omitieron en cierto punto el eje ficcional, y pusieron en palabras demonios que las acosaban. Que muy probablemente las sigan acosando todavía, aunque me gusta pensar que quizás con algo menos de fuerza. Leímos y lloramos. Esas personas, sus compañeros y, por supuesto, también yo, lloramos ante la fragilidad del ser humano. Y me sentí honrado ante la confianza que esos estudiantes depositaban en mí; no obstante lo cual en cierto momento me pregunté si no me había equivocado al proponer tal ejercicio. Pero supongo que no. Que si pude mostrar que la palabra puede tener el poder de un exorcismo, eso es una enseñanza suficiente. Al fin y al cabo es para eso que uno escribe: para poner afuera esos demonios que de otra manera persistirían dentro.

Hay muchas maneras mejores de exorcizar los demonios que nos acosan. Descubro que acaso parte de mi tarea como docente puede ser mostrar este sencillo hecho. Es algo que yo, por fortuna, pude aprender del ventanal de mi casa hacia adentro. 

No hay comentarios.: