sábado, mayo 26, 2007

Quizás la Tierra no sea plana pero


Transcribo la cita que escoge una alumna para dar inicio a su parcial.
La sentencia está tomada de Tzvetan Todorov y sostiene: "Se puede admirar la valentía de Colón. (...) Vasco de Gama o Magallanes quizás emprendieron viajes más difíciles, pero sabían adónde iban; a pesar de toda su seguridad, Colón no podía tener la certeza de que al final del océano no estuviera el abismo y, por lo tanto, la caída al vacío; o bien de que ese viaje hacia el oeste no fuera el descenso de una larga cuesta -puesto que estamos en la cima de la tierra- y que después no fuera demasiado difícil volver a subir. Es decir, no podía tener la certeza de que el regreso fuera posible."

Se me hace cierto lo que dice Todorov. Pero no puedo dejar de pensar que, un poco a la manera de Colón, todos estamos en este mundo sin saber cómo, ni para qué, ni mucho menos hacia dónde nos dirigimos, ni tampoco qué nos depara ese incierto mañana. Por eso nos refugiamos en las rutinas y en los pasatiempos. Pero es en vano: allá lejos -quizás sea, sin que lo sospechemos, aquí cerca, a la vuelta de la esquina- nos espera un insondable abismo, del que en verdad nada sabemos.

Por supuesto, lo que nos diferencia de Colón es la imposibilidad de escoger entre llevar adelante o no esta travesía. Y siendo así, ¿cuáles serían nuestras opciones? Quizás relajarnos y disfrutar, a pesar de todo, lo más que podamos del paisaje. No deja de ser llamativo que precisamente ésta sea la tarea más difícil de llevar a cabo.

2 comentarios:

jorgehue dijo...

"...no podía tener la certeza de que al final del océano no estuviera el abismo y, por lo tanto, la caída al vacío; o bien de que ese viaje hacia el oeste no fuera el descenso de una larga cuesta"
Pensaba en los "peligros" del viaje hacia el oeste. Y en los alertas de todo el mundo. Hoy almorzamos con una vieja amiga de Neuquén y me habla así, de la escuela donde da clases, al oeste (donde era compañera de Fuentealba). Al oeste: sobre la barda que en cualquier momento se derrumba sobre los barrios de la costa, trayendo con violencia (en este caso) los de la cuesta. El vacío está en la cima; un oeste lleno de peligros, y de misterios al acecho.
Sólo atiné a contarle que mañana a la tarde viajo a otro oeste: a Fiorito, a villa urbana. Por allí también está el abismo, el descenso de una larga cuesta. Un instituto rodeado de caballos de esos que usan los cartoneros. Algunos de esos cartoneros serán participantes de mi taller. Voy a coordinar un taller de educación popular. Hablar de educación popular, también, es un viaje imaginario al oeste. Pero que me resulta vital, se me hace necesario.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Quizá aprender el paisaje sea una de las enseñanzas que vinimos a adquirir a este mundo. Muchas preguntas filosoficas nos hacemos acerca del sentido de la vida, cuando podría resumirse en una: Aprender a vivir sabiamente. Es muy sensillo lo que digo, pero las grandes verdades se encuentran muchas veces en las palabras sencillas.

Saludos