lunes, mayo 21, 2007

Cuando malentender nos acerca









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Sabido es que los malos entendidos abren la puerta que conduce a todos los desencuentros. Pero de vez en cuando sucede precisamente lo contrario. Y un error promueve el descubrimiento de algo que, de otra manera, hubiese permanecido oculto.

Empecé la presente anotación del modo en que lo hice. Aunque también podría haber comenzado escribiendo, por ejemplo: Hay errores que son inexcusables; tan difícil de justificar es su acaecencia. Y de haber escrito algo así, no debería haberse leído ello como una veleidad, pues debe saberse que el suscripto ha sido responsable de innumerables errores de tal especie. Y ninguno de ellos habrá sido el último.

Lo cierto es que hace algunas semanas recibí el mail de una persona que me ofrecía el envío de un disco para escuchar e incorporar a la discoteca de la radio en la cual trabajo. Respondí que sí, que por supuesto, pero incluso antes de que los discos llegaran Cecilia Almarza se dio cuenta de su error: no era para radio Amadeus de Buenos Aires y de música clásica el mail por ella enviado, ni mucho menos los discos, sino para una radio Amadeus de Chile, el país donde ella vive, que pasa música de estilos populares, como jazz o bossa-nova.

Como más tarde le comenté por mail a Cecilia, no pude convencerme de que semejante confusión haya podido tener lugar, más allá de todas las explicaciones del caso, que de hecho las hubo, aunque no importen aquí. Pero lo que sí importa es que de hecho las cosas hayan tenido lugar del modo en que sucedieron. Y yo me regocijo ante el error que me permitió tomar contacto con la música y la voz de Cecilia, y cantar con ella algunas canciones que ya conocía y algunas otras que, de no haber sido por el error en cuestión, quizás no hubiese conocido nunca.

Alguna vez escribió Ernesto Sábato que el término casualidad no es otra cosa que un barbarismo por causalidad. Yo no sé si tal cosa será cierta, pero en todo caso quiero hacer extensivas las consecuencias de este error con los eventuales lectores de este blog, a través de tres de las canciones de Cecilia Almarza que integran su disco, que se titula Un poco de viento. Son estas canciones Corazón vagabundo de Caetano Veloso, un tema propio llamado La luna te mira y Desafinado, bella pieza de la cual hablo en mi anterior anotación.

Muy poco sé acerca de Cecilia Almarza. Sé que es madre de dos hijos, que es docente en un instituto de enseñanza privado, que es ilustradora de un par de libros para chicos. Sé también que tiene poesía dentro suyo. Que canta y escribe canciones. Que conoce a un guitarrista, Daniel Muñoz, a quien vale la pena escuchar. Y que a la hora de enumerar cosas que pueden plantarse sobre la faz del planeta elige listar, de entre el montón de opciones posibles, tallos de rosas, ruedas de bicicleta, lápices, esquinas de libros, codos y pestañas de niñitas y niñitos, casas antiguas que no se dejarán demoler, letreros y calles pacifistas, pelos de adolescentes y ex hippies con trutrucas, bombos, cellos, guitarras, pianos, poemas y libertades imparables. Es tan poco lo que sé; pero es bastante.

Y entonces me digo que estuve tan cerca de no saber jamás nada de esta mujer, de esta voz, de este ser, que no puedo dejar de asombrarme ante la evidencia de todas las personas, canciones, voces y almas que jamás habrán de tener contacto conmigo o con cada uno de nosotros. Y es una verdadera pena, porque quién sabe qué maravillosas almas han de pasar por el mundo sin cruzarse jamás con nosotros. Sin embargo, también se trata de aprender a valorar a quienes sí hemos cruzado en nuestro andar.

Por eso quedémonos por ahora en el encuentro. En la causalidad que quiso que Cecilia se equivocase y enviase su disco, para que yo pudiese escucharlo, y ofrecer ahora estas tres canciones a quien pase por aquí. Para el caso de que alguien quiera conocer el resto, puede escribirle a Cecilia (calmarza@saintgeorge.cl), que seguramente ella responderá enseguida y de buen grado. En su disco hay mucho más Cecilia Almarza, y también Chico Buarque, y García Lorca, y Violeta Parra, y Edith Piaf, y mujeres, y palomas ausentes, y sevillanas de la vida, y por supuesto también un poco más de viento.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una maravillosa casualidad, una hermosa voz, y tres bellas canciones. Fue un momento mágico haberlas escuchado,

Saludos

Anónimo dijo...

Gracias, Germán. Es lindo lo que tú haces con los errores.
...
Me alegra que hayas visto lo que salió, la rueda de bicicleta que era verde, la rosa obviamente roja, aunque adentro de la tierra.

Sí, cómo salen, eso es lo que me encanta de las palabras: las nombras y las ves, obvio que las escuchas, adentro, calladas, o afuera.
Es otro tema.
Es para marearse.
...
Estoy feliz de tenerte como amigo cronopio