sábado, febrero 24, 2007

Cazadores de palabras

"Aquella noche me di cuenta
que yo era un cazador de palabras"
(Eduardo Galeano)

Para hacer honor a la verdad, debería utilizar aquí la palabra pasquín. Porque eso fue lo que me ofreció aquel muchacho: un pasquín que no valía el par de monedas que pagué por él. Pero todos pasamos, tarde o temprano, por un momento en el cual buscamos publicar nuestras palabras, aunque sea en un pasquín, ilusionados con estar haciendo algo importante. La ilusión suele ser vana, por supuesto, y agradezcamos que se inventó el blog; pero no tenía ganas de ser yo quien le estropease el sueño al chico. Ya vendrá, con el tiempo y algo de suerte, la autocrítica. Y bastante tendrán con eso los responsables de aquel impreso. Si con sólo un par de monedas se podía postergar el desengaño, pues toma, venga el pasquín, lo leeré más tarde.

Esto habrá sido hace tres o cuatro meses atrás. Ahora llegó el momento de hacer un poco de orden en la caótica montaña de papeles en que se convierte de vez en cuando mi escritorio, y el destino del pasquín es claramente la basura. Antes, una mirada rápida, para ver si algo merece rescatarse del olvido. Pero atención, que no deseo caer yo mismo en la trampa: rescatar algo en este blog no representa ninguna forma de posteridad. Todo lo contrario, el blog es, por definición, reino de lo efímero. Pero nuestras propias vidas no son, después de todo, demasiado diferentes: todo es fugacidad.

El texto en cuestión, firmado por un tal alejandro raymond (con minúsculas), habla sobre los cazadores de palabras, citando a Galeano (con mayúscula, y más de una vez yo mismo me pensé como tal, como un cazador de palabras que rescata y muestra, a quien desee pasar por aquí, algunas de sus presas). El texto en cuestión -decía- no es original ni poético. Pero las últimas palabras, esas que se atribuyen a una tal Helena, me provocaron lo suficiente como para considerar repetir estas líneas aquí, que más o menos dicen:

Y a la mañana desperté abrazado a un diccionario. Qué sueño extraño, pensé, mariposas de letras volando a mi alrededor y yo, desesperado, buscándole a cada palabra que formaban un significado diferente, único. Pero cuidado, que esa tarea no es pan comido, pues desde temprano, que comencé abarilando las nomenumas del trabacundo, ya había coritado toda la nacarina y había descubierto que los plotenimos tralababan caranimas triculando la rotamuncia y aparacando los asterbunios.

- ¿Cazador de palabras? -me preguntó Helena.
Ja, si son las palabras las que lo atrapan a uno."

sábado, febrero 17, 2007

Un poco de música: Asignatura pendiente III




"El blog se llenó de mujeres", fue el comentario que recibí hace unos días, a la luz de mis dos últimas anotaciones. Y sin embargo, la tercera asignatura pendiente, de la cual en este caso me debo hacer cargo, no tiene que ver con ninguna dama, sino con un caballero guitarrista.

Carlos Groisman editó hace ya unos meses su quinto disco compacto solista. Y por tercera vez tuvo la gentileza de invitarme a participar como responsable de su realización gráfica. El disco quedó postulado en la categoría Mejor disco de música instrumental en los Premios Gardel 2007. Y también en el rubro Mejor diseño de portada. Y sin embargo recién ahora caigo en la cuenta de que no había publicado aún nada al respecto en este espacio. Ya lo dice el dicho, a veces en casa de herrero...

No me hago ninguna ilusión respecto del premio, en cuanto al diseño gráfico respecta, pues son muchos -demasiados- los discos postulados, de los cuales sólo han de quedar tres. Por más que -es cierto- en alguna otra oportunidad mi nombre haya estado finalmente entre los tres que quedaron; pero eran otros años y otra es aquí la historia.

La cuestión aquí es que éste, el disco que Carlos decidió titular Acuarelas, merece ser conocido al margen de su presentación visual. Y es por eso que quiero invitar al eventual lector de este blog a escuchar, como muestra, el Allegretto de la tercera Sonata compuesta por Carlos Guastavino, con el cual se inicia el programa. Una obra magnífica, por cierto, que cobra una dimensión particular en esta interpretación.

Dejo por lo demás constancia de mi agradecimiento a María Florencia Delucchi, la artista plástica que tan generosamente nos permitió reproducir el arte que ilustra la tapa de este disco compacto.






P.S.: Está mal esto de mezclar las cosas. Lo sé, y me hago cargo. Pero no puedo dejar de mencionar aquí, tratándose de asignaturas pendientes, la existencia de ciertas grabaciones a cargo de Carlos Groisman, a dúo con su colega brasileño Carlos Castañera... Un material que, más allá de la breve muestra aquí incluida, merecería llegar finalmente a su etapa de edición comercial. ¿Tal vez este año?... Ojalá.

domingo, febrero 04, 2007

Un poco de música: Asignatura pendiente II








Que haya quedado pendiente un encuentro, café de por medio, no es grave y se disculpa. Tampoco es grave tener que esperar un mes más para escuchar su segundo disco, que ya estaba terminado antes de que ella se fuese para cantar al sur. Lo que no puede disculparse, en cambio, y ésta es la asignatura pendiente en este caso, es que Grisel Bercovich, postulada el año pasado al Premio Gardel como mejor artista revelación en tango (sin suerte en la votación, que su disco Postales sin tiempo merecía ciertamente por sus méritos el galardón), haya decidido seguir incursionando en este género -el tango- antes de darme el gusto de grabar y editar un disco completo dedicado al jazz.

Vaya este botón de muestra: Misty, el clásico tema de Erroll Garner, en la seductora voz de Grisel Bercovich.

sábado, febrero 03, 2007

Un poco de música: Asignatura pendiente I










Esta tarde estuve revisando los discos postulados para los Premios Gardel 2007. Y luego de emitir lo más concienzudamente posible mi voto, en el rubro de música clásica primero, y en las restantes categorías después, decidí hacer público el siguiente reclamo.

Gisel Sandoba ya ganó un Premio Gardel, hace un par de años, como Mejor cantante femenina de folclore, por su disco Luces en otoño.
Un premio a la revelación, verdaderamente. Cuando viajó de su Cañada Rosquín hacia Buenos Aires, acompañada por su mamá y su hijo Mateo, para hospedarse unos días en mi casa, no pensaba que su disco, una producción absolutamente independiente, tuviese posibilidades de ganar.
O tal vez lo pensaba, pero no se atrevía a decirlo en voz alta.

Ganadora del premio, finalmente, regresó a Cañada Rosquín para continuar con su vida.

Y yo te pregunto por qué, Gisel, hoy no he podido ver tu segundo disco entre los nominados a los Premios Gardel 2007. ¿Para el 2008, tal vez?

jueves, febrero 01, 2007

Epílogo

A las puertas del delirio está
el silencio
de una noche extraña,
la soledad,
y todo aquello que no se comprende.

Los recodos del destino
(si es que acaso el destino existe)
son oscuros e insospechables,
y es allí en donde nacen
y se quiebran los sueños.

Señor, yo sólo te pido
que la próxima vez
Romeo se retrase unos minutos,
o bien que Julieta despierte
a tiempo;
porque el universo de los hombres
es muy frágil
y se desmorona demasiado fácilmente.

Dice el oráculo...


El Oráculo de Delfos, que sin duda también algo sabría de tarot y otras artes mágicas similares, jamás se equivocaba en sus predicciones. Y no porque pudiese adivinar verdaderamente el futuro, tan oscuro para él como para nosotros, los mortales, tarotistas incluidos, sino porque sabía manejar adecuadamente las interpretaciones. Ante cualquier consulta, su respuesta siempre era lo suficientemente ambigua. Igual que la lectura, siempre múltiple, siempre divergente, siempre borrosa, de cuatro cartas, una bola de cristal, una borra de café o las señales divinas. En casos de divergencia entre lo predicho y lo finalmente acontecido, el oráculo se limitaba a mostrar cuál era la correcta interpretación de sus palabras. Vale decir, cuál era la interpretación que -según él ahora declaraba- se debía haber dado a las mismas, de no haber mediado la torpeza de los hombres, que todo creen saberlo y en verdad nada saben.

Por supuesto, esta interpretación del oráculo era real y siempre efectiva, pero solamente luego; vale decir, una vez a la luz de lo efectivamente sucedido con aquello sobre lo cual la predicción versaba, cuando los hechos en cuestión todavía no eran tales.

Luego, por supuesto, tenemos otros aspectos del tema, cuestiones tales como la fe ciega, que mueve montañas, conocida asimismo a veces como predicción autocumplida. Y quizás también debamos mencionar aquí al destino, quién se atreverá a negarlo, que del mismo tan poco sabemos, ni siquiera hasta qué punto podremos llegar a modificarlo o no a través de nuestras actitudes y libre albedrío, para el caso de que sea cierto que de tan divino presente podamos disponer.

Si el destino existe, inconmovible, al margen de nuestras acciones, lo cierto es que no vale la pena esforzarnos demasiado. Salvo que, por supuesto, dichos esfuerzos estén escritos, también ellos, de antemano en nuestro destino. En cuyo caso de poco valdrá la pena amargarnos. Aunque, claro está, es también probable que dicha amargura, etcétera.

¿Y a cuento de qué viene toda esta diatriba? No es de extrañar que surja esta pregunta. Puesto que también ella estaba prevista, seguramente, de antemano. Y estas mismas palabras que escribo, sin ir más lejos: tal vez no las escriba yo por mi voluntad, sino que me veo obligado a escribirlas, pues ya estaba escrito de antemano que así sería. Es el oráculo quien me dicta lo que debo hacer. Yo, simplemente, consciente como soy de que no debo, simplemente no logro resistirme.