Alguien se pierde un momento con su mirada en un paisaje paradisíaco. Y no puede menos que expresar su parecer diciendo razonablemente: "Esto es un paraíso". Entonces alguien más le señala, no menos razonablemente, que aquello que puede ser un paraíso para uno, no necesariamente debe serlo para todos.
- Para algunos el paraíso puede ser un lugar donde se pueda dormir todo el tiempo que uno quiera, y para otro puede ser un lugar lleno de mujeres hermosas a las cuales se les pueda hacer el amor, y para otro tal vez sea un sitio en donde se pueda disfrutar de un banquete tras otro...
- Es posible que la idea misma de un paraíso tenga que ver con los placeres de cada uno. Por ejemplo, no creo que a Dios le quepa demasiado eso de la onda banquete full time... Porque eso iría de la mano de la gula, que es un pecado.
- Claro. Y una siesta permanente sería pereza. Por no hablar del montón de mujeres hermosas... ¿Sabés qué? Para mí que el paraíso no está en ninguna parte, pero al mismo tiempo está dentro de cada uno.
("Y mientras más avanzamos, más borrosas y lejanas quedan nuestras primeras huellas, marcadas sobre la arena de ese paraíso imaginario", escribe sabiamente en el viento una de estas dos personas...)
Alguna vez alguien dijo que para clasificar a la humanidad alcanza con sólo dos categorías: la de aquellos que todo lo clasifican en categorías, y la de aquellos otros que no lo hacen. A partir de esta tautológica revelación, y más allá de la humorada, si colocamos al hombre en relación con lo divino descubrimos una oposición similar: están quienes aseguran que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de un Dios, sea cual sea el nombre que se le asigne, y aquellos otros que sostienen, por el contrario, que Dios ha sido concebido a imagen y semejanza de los hombres.
Lo interesante de estas dos posiciones, claramente contrapuestas, es que más allá de que uno decida finalmente comulgar con una o con la otra, ambas coinciden en un punto: ya sea que el hombre sea la imagen reflejada o el modelo originario, quien decida profundizar en el estudio de lo divino estará interiorizándose al mismo tiempo en el conocimiento de lo humano. De aquí se deriva la verdadera utilidad del estudio de la Teología, que más que para conocer verdades relativas a lo divino sirve para conocer mejor las características intrínsecas del hombre.
Una cultura que adore a un dios único, representado a través del aspecto de un hombre, no puede ser igual a otra que crea en una pluralidad de dioses, ni a la que sostenga la existencia de una diosa madre. No es lo mismo un dios piadoso que uno vengador; un dios que fundamente un orden cósmico que un creador sin reglas; un dios etéreo que otro que a cada rato demuestra poseer las mismas debilidades y bajezas que el hombre. La idiosincrasia del hombre, ya sea porque se parece a ese dios que lo ha creado, o porque ese dios que él mismo ha concebido para justificarse está hecho a la medida de su conveniencia, se corresponderá lógicamente con los rasgos que caractericen a la deidad en cuestión.
La identidad de un dios, la idea de lo que debe ser un paraíso, el concepto de qué cosas sean pecado, todo esto reside dentro del hombre. Y es por esto que todo se acomoda también a las mejores conveniencias de cada caso, y así es como una iglesia que postula la igualdad de todos los hombres, hermanándolos como hijos de un mismo dios único, llegado el caso se las arregla para defender la esclavitud (esos indígenas, esos negros, no eran hombres como nosotros, sino criaturas sin alma, como bestias). También así es como los dioses terminan sirviendo para justificar el mal.
“Oh, Padre Todopoderoso que escuchas las súplicas de los que te aman: te rogamos que ayudes a quienes desafiarán la altura de tus cielos y llevarán el combate a tierras enemigas. Guárdalos y protégelos mientras cumplen el vuelo que se les ha ordenado. Armalos con tu poder para que puedan poner rápido fin a la guerra y para que conozcamos nuevamente la paz. Hazlos volver sanos y salvos. Esperaremos el porvenir confiando en ti y colocándonos bajo tu protección, ahora y siempre. Amén.”
Esta plegaria fue pronunciada un 6 de agosto de 1945, ante la tripulación del Enola Gay, el avión que minutos más tarde dejará caer sobre la ciudad de Hiroshima la primera bomba atómica, dejando un saldo de al menos 75.000 muertos y 163.000 heridos. ¿Sería que todas esas víctimas no se habían colocado bajo el paraguas de la protección divina? ¿Sus plegarias no fueron acaso lo suficientemente convincentes?
Alguien escribió una vez que, para cometer fechorías, Dios suele hacerse pasar por el demonio. Lo que no se dijo es que acaso Dios no sea otra cosa que la máscara que utilizan los hombres para intentar salirse con la suya. Que Dios nos perdone.
6 comentarios:
Veo dos temas dentro de "Paraísos a Medida":
1. El concepto del paraíso. Podría agregar que cada uno de nosotros lleva en su interior su propio paraíso o su propio infierno. Sólo podemos pasar de uno a otro en la medida en que cambiemos interiormente. En esta cultura de lo "externo" se tiende a hacer creer que vamos a salir de nuestro infierno si cambiamos de nariz, de auto, de casa, de paisaje... Vivimos en una época de espejismos, de falsos paraísos... Una cultura que motiva al hombre a escapar de sí mismo, ¿a dónde nos llevará?
2. El concepto de Dios y el Hombre. ¿Quién asemeja a quién? Coincido totalmente. ¡Cuántos millones han sido asesinados en nombre de Dios! Ni hablemos de la Inquisición.
Temas que dejan mucho para pensar.
¿Por qué tenemos que creer en un Dios que sea perfecto? El hecho mismo de que Dios sea todopoderoso, hipótesis que por gusto no negaremos, no tiene relación alguna con su presunta perfección. ¿Resulta razonable pensar que una entidad perfecta hubiese creado un mundo lleno de imperfecciones? ¿Hubiese creado Dios al mosquito, por ejemplo, de haber sido perfecto? ¿O a las cucarachas? Acaso sí, y sólo sucede, seguramente, que se nos escapa el verdadero motivo de sus divinos designios. Aunque de todos modos cabe al menos sospechar de una divinidad de poder infinito que tenga la necesidad de ser adorado por algo tan bajo y modesto, incluso en la escala de su divina creación, como los hombres.
Alguna vez alguien me dijo que también cabía pensar en un Dios esquizofrénico, con una doble personalidad, una buena, otra mala, que en su locura se han repartido el más allá en un cielo y un infierno, a pesar de ser ambas cosas en definitiva lo mismo. Un Dios con dos caras que, en la transición de una personalidad a la otra, justo en el instante en que ambas se rozan, se parece tanto al hombre.
"El Paraíso está donde está Eva."
Tremenda frase, por lo lúcida, que leo hoy dando vueltas por ahí, bastantes días después de haber escrito esta entrada, y que dejo anotada aquí sencillamente porque había que anotarla en algún lado, tanto como para que no se pierda.
Por cierto, nada dice la frase en cuestión acerca de la serpiente, ni tampoco de la manzana. Sólo habla de Eva, y del Paraíso. Pues bien, es justicia.
El concepto del Dios de dos caras me deja pensando. ¿Es malo un mosquito o una cucaracha?
En los años 50 la China Comunista decidió que los pájaros comían las cosechas y por lo tanto eran malos para el cumplimiento del plan quinquenal de producción.
Siendo tan grande la población, el gobierno definió que todo chino debía matar al menos un pájaro de esa especie. De este modo se resolvería el problema de cuidar las cosechas, y por tanto el alimento de la población.
Terminaron con los pájaros, entonces proliferaron los gusanos (que también comían los pájaros) y causaron estragos con las cosechas.
El ejemplo ilustra que el carácter dual o complementario es parte de la naturaleza concebida como un SISTEMA. En este sistema cada uno tiene una función y el todo funciona casi como un único organismo.
El funcionamiento sistémico incluye la contradicción - que es complemento. La muerte para que la vida siga. ¿Puede existir una cosa sin la otra? Y la vida está llena de contradicciones coexistentes y complementarias.
No debería extrañarnos que Dios presente todas estas caras. Quizás quien lo inventó era conciente de que debía reflejarlas. Quizás nuestro concepto de la perfección esté equivocado y el de la naturaleza no.
A todo esto es el hombre el que se aleja del orden natural, el que mata por deporte (sin necesidad), el que está creando las condiciones para la desaparición de la Tierra.
Decía Arthur Koestler que el hombre era un error de la evolución. El crecimiento de su inteligencia era como un tumor que amenazaba la evolución toda. Interesante pensamiento.
Hay una frase que si mal no recuerdo es de Nietzsche que dice "El hombre, en su orgullo, creó a Dios a su imagen y semejanza." Si bien creo en Dios, muchas veces me he planteado si no sera solo una figura que el hombre tuvo que crear para tener a quien echarle la culpa de las cosas malas que suceden y porque no podia soportar tener el control de su propia vida, ser él mismo el autor de su destino.
De acá
http://pfjcplanells3.spaces.live.com/Blog/cns!245C34DA2DB9AB61!705.entry
copio esto:
Adán graba en la graba en la tumba de Eva, tras su muerte: "Dondequiera estuvo ella, estuvo el Paraíso".
Si en el mundo hay algo que valga la pena, no es el hombre --un ser gandul y acomodaticio--, sino la mujer: un ser activo, ilusionado por el mundo que la rodea y del que procura extraer lo mejor.
No es por nada... pero lo dice un varón...
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