viernes, marzo 06, 2009

El cristal con que se mira

“Quien no conoce la verdad es un tonto, pero quien la conoce y la oculta, es un criminal” ,le hace decir Bertolt Brecht a Galileo Galilei en “Leben des Galilei” (1955).

Y esto, que sin duda alguna es verdad -valga la redundancia- dentro de un determinado contexto, también es una aseveración riesgosa, en más de un sentido. Por empezar, porque nos enfrenta a la necesidad de definir qué cosa sea la verdad, si es que acaso existe una sola y unívoca, o si por el contrario hay una verdad que es válida para cada uno, en un determinado momento y circunstancia, pero jamás universal y eterna.

Y por otra parte, porque quién sabe si no habrá verdades que sea mejor callar, en caso de conocerlas; desconocerlas, en caso de no haberlas aún develado. Vaya uno a saber qué cosas pudieran suceder en caso de que la palabra o el conocimiento convocasen aquello que mejor debiera permanecer oculto.

No estoy haciendo una apología del oscurantismo. Simplemente me pregunto si no nos habremos excedido un poco con esta pretensión positivista de descubrir la verdad a cualquier costo, sin siquiera estar seguros de poder manejala, de poder soportarla en caso de tenerla delante de nuestros ojos. ¿Y si la verdad fuese capaz de matarnos con su revelación? ¿Incluso así valdría la pena conocerla?

De más está decir que no tengo la respuesta para estas preguntas. Y confieso que quién sabe, si en caso de tenerla, me atrevería a escribirla aqui. De verdad lo digo.

3 comentarios:

Germán A. Serain dijo...

Y es que hay verdades y verdades.

Algunas son sin duda necesarias. Pero también necesarias son la ilusión y la prudencia.

Digo la ilusión porque ella es la que nos moviliza, mucho más que la verdad.

Y digo la prudencia pensando, por ejemplo, en la ciencia, esa hija pródiga del positivismo que propone la búsqueda de la verdad como ideal primario. Esa ciencia avanza mucho más rápido que la moral de la humanidad a la cual teóricamente debe servir. Y las consecuencias de este defasaje pueden llegar a ser tremendas.

Cabe considerar esta pregunta: ¿La ciencia debe perseguir todo aquello que pueda potencialmente hacer? ¿O solamente aquellas cosas que debería poder hacer?

La ciencia (y esto es decir el conocimiento), desvinculada de la ética es un arma de doble filo.

Por supuesto, la ciencia sin la moral puede ser vinculada con el conocimiento, aunque no con la verdad. Pero esta es una cuestión sobre la cual no hemos tomado aún suficiente conciencia.

Anónimo dijo...

Profesor:

HAce un tiempo alguien me dijo que si hay que mentir para hacer feliz a alguien o no dañar alguien, mentir esta permitido. Tambien me dijeron que no hay una verdad, que la verdad es relativa.

Desde hace muy poco, despuès de ser casi asesinada por una verdad, comienzo a intentar procesar este concepto y estos efectos de La Verdad. Yo creo que el hombre (una de las cosas de las que hablamos en clase) debiera tambien proponerse el ejercicio de poder afrontar, aceptar y si se puede, revertir verdades. Si no se puede practicar esto, pienso que entonces serìa como aceptar que queremos vivir convenientemente según nos sea más útil o fácil.
Y la verdad; como concepto, la asumo en mi caso como un hecho que aconteció. Las lecturas o los efectos, no son verdades, sino resultados.
Y creo que la posibilidad de que la verdad siempre sea relativa, es un buen fundamento para no asumir o aceptar lo que el hombre -como especie- no puede(porque no se ha preparado para ello).

Saludos.

Interesante el espacio ¿virtual? de dosmundos...

Germán A. Serain dijo...

Che, no me digas "profesor".

(Y gracias por pasar por estos otros dosmundos... virtuales sólo hasta ahí.)