Encuentro en Facebook esta perlita. La mujer que aparece desnuda en la fotografía es nada menos que Simone de Beauvoir. La portada corresponde a una edición de Le Nouvel Observateur, y conmemora el centenario del nacimiento de la pensadora. El comentario que acompaña la imagen en la red social señala que la tapa causó en su hora un gran revuelo feminista, pues se acusó al medio de sexista, por no haber publicado nunca el desnudo de un filósofo varón. Razón no le falta a este argumento, aunque dudo que la gente hubiese comprado con igual entusiasmo una revista en cuya portada hubiese aparecido desnudo Jean Paul Sartre.
Ahora bien, ¿qué es lo que tiene tan de particular esta fotografía? Sin duda, el hecho mismo de tratarse de Simone de Beauvoir. Pareciera que el sentido común se encabritase ante la evidencia de que una pensadora pueda tener un cuerpo, máxime si se trata de un cuerpo atractivo y desnudo. ¿Por qué habrían de ser incompatibles el mundo de la sensualidad y el mundo de las ideas?
De sinrazones como ésta está hecho el mundo. Curiosamente, el mismo día en que encuentro esta fotografía de Beauvoir me entero de que una tal Alexandria Mills, Miss Mundo 2010, enfrenta un escándalo por la difusión de una imagen suya. Mills, quien a diferencia de la francesa no tiene que lidiar con la contradicción entre la carne y la mente, fue la primera estadounidense en llevarse ese título de belleza. Pero al parecer la jovencita tuvo la mala idea de posar desnuda en su baño para que su novio de entonces le tomase una foto, que por supuesto no tardó en llegar a internet. Ahora le quieren quitar su corona. Y no es que el asunto me importe, pero sinceramente no entiendo el problema. ¿No fue elegida esta señorita Miss Mundo precisamente por su cuerpo y no por sus ideas?
Superada en occidente la moral victoriana, el cuerpo continúa siendo en más de un sentido una asignatura pendiente. Ya sea porque lo superficializamos, vaciándolo de todo sentido, o porque lo hacemos desaparecer en el campo de las nuevas tecnologías, o simplemente porque todavía nos ofende.
lunes, noviembre 15, 2010
Simone de Beauvoir
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