Mi colega Abel Vera Hidalgo publica en su blog una leyenda oriental que pretende echar un poco de luz sobre la cuestión de la naturaleza de la verdad. ¿De qué cosas puede decirse que tengan correspondencia o no con la verdad? De eso se trata.
Dice esta leyenda que cierta vez un sultán decidió que obligaría a la gente a decir la verdad. A la ciudad se entraba por un puente, de modo que levantó allí un patíbulo y al lado hizo colocar un cartel bien visible que advertía: “Todo aquel que pretenda entrar será interrogado. Si dice la verdad, se le permitirá la entrada. Si miente, será colgado.”
A la mañana siguiente la ciudad abrió sus puertas. El capitán de la guardia se apostó junto al patíbulo con un escuadrón y comenzó a interrogar a todo aquel que pretendiese entrar. Al llegar el turno de Nasrudin, le preguntó:
— ¿Para qué viene usted a la ciudad?
— Vengo aquí para ser colgado —respondió Nasrudin.
— ¡Está usted mintiendo!, exclamó el capitán.
— Muy bien, si he mentido, ¡cuélgueme!
— Pero si lo cuelgo por haber mentido, habré hecho que lo que usted dijo sea cierto...
— Así es. Ahora ya conoce cuál es la naturaleza de la verdad.
1 comentario:
Creo que hay algo similar en el Quijote, con Sancho en la ínsula de Barataria.
Una verdad en espiral, en lugar de una verdad circular.
Otro asunto es la definición de verdad: si es la descripción precisa de un acontecimiento, se está mezclando lo acontecido con lo por acontecer, una paradoja temporal.
Hay lugar para muchas especulaciones.
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