Ella se llama Lucía. Curiosa, hace algunos años le preguntó a su padre el porqué de tal nombre. Su progenitor, solícito a la vez que escueto, le explicó que ella había sido bautizada así gracias al influjo de cierta canción. Alcanzó esta explicación para que Lucía sintiera, durante un cierto tiempo, que su nombre remitía inevitablemente a un cielo salpicado de diamantes, tal como había sido plasmado por la imaginación y la pluma de John Lennon.
Grande fue la desilusión de esta muchacha cuando años más tarde y casi de casualidad vino a enterarse que nada tenían que ver Lennon, la Banda de los Corazones Solitarios del Sargento Pimienta ni el tema Lucy in the sky with diamonds con la elección de sus padres. Lo cierto es que ellos habían elegido su nombre fascinados por una canción titulada Lucía, de un tal Joan Manuel Serrat.
En ese momento supo Lucía, incluso sin saberlo en tales términos, que su nombre no era más que una representación falaz, como tantas otras. Y además supo que su derecho a tener su propia representación había estado siempre en manos de otras personas.
Uno jamás es quien realmente es, sino lo que logra hacer con eso que los demás hacen de sí mismo (Jean Paul Sartre dixit...)
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P.S.: Hablando de Sartre, alguien me hace llegar la siguiente sentencia, atribuida al pensador francés:
"Las palabras hacen estragos cuando encuentran un nombre para lo que hasta entonces ha vivido innominado."
Dejo la frase anotada aquí, porque creo que valdrá la pena detenerse a reflexionar en algún momento sobre el particular. Por de pronto, digamos que las personas son por naturaleza innominadas, hasta que alguien viene a decirnos que nos llamamos de tal o cual modo.
miércoles, diciembre 08, 2010
Lucía
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3 comentarios:
Daniel James " Resistencia e integración", El peronismo y la clase trabajadora 1946-1976, Editorial Sudamericana. Pag. 46.
"Experiencia privada y discurso público"
(...)Bourdieu: Las experiencias privadas pasan nada menos que por un cambio de estado cuando se reconocen a sí mismas en la objetividad pública de un discurso ya constituido, signo objetivo de su derecho a que se hable de ellas y a que se hable públicamente. "Las palabras", dice Sartre, "hacen estragos cuando encuentran un nombre para lo que hasta entonces ha vivido innominado". *
*68/ Bourdieu, Outline, pág. 170.
*
Qué raro leer este post... Me reconozco y a la vez no. Casi como con mi nombre, je. Sólo que ahora me amigué con el bueno de Serrat (aunque, hay que admitirlo,por influencia de otras personas... bahh, de un amor).
Encontré otra publicación en la que también siento ecos de mi presencia y esa fue todavía más rara porque está aún muy a flor de piel. Quisiera satisfacer tu curiosidad contando el final, pero todavía no lo sé. Tampoco sé si desear poder contartelo en unos meses, porque quizás eso sería hacer pronósticos turbios.
En definitiva, sólo sé que no sé nada. Salvo, eso sí, que estoy muuy de acuerdo con la frase que posteaste de Sartre. Por eso, capaz, no me atrevo a responder tu pregunta. Porque poner un nombre a lo que nació de conversaciones como esa sería también matarlo un poco. Pura violencia.
Gracias por un hermoso cuatrimestre y por dejarme textos e historias de las que no me voy a olvidar. Y gracias por los comentarios a mi parcial que recién vi la semana pasada: a mí también algunas partes me dan ganas de llorar.
Abrazo grande y buena vida!
Lu.-
Gracias, Emilia, por pasar. Ya ves que se pueden trazar otros caminos, otras rutinas, para seguir adelante con las ideas y los encuentros, si uno así se lo propone.
Y gracias a vos, Lucía. Porque mal podría un docente hacer bien su tarea si no hay alguien del otro lado acompañando el proceso.
En cuanto a lo demás, me quedaré por ahora con la duda, entonces. Pero ojalá vos también llegues a tener una buena vida.
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