miércoles, agosto 01, 2012

Memorias

Encuentro un verso de Borges, en una entrada de Facebook. No lo conozco. Lo busco y es el final de un poema titulado Cambridge. Como es de esperar, se trata de un bello poema. Me tienta también a mí dejar a mano un fragmento, y lo hago...


Alzo los ojos y los pierdo en el ubicuo azul.
Más allá están los árboles de Longfellow
y el dormido río incesante.
Nadie en las calles, pero no es un domingo.
No es un lunes,
el día que nos depara la ilusión de empezar.
No es un martes,
el día que preside el planeta rojo.
No es un miércoles,
el día de aquel dios de los laberintos
que en el Norte fue Odin.
No es jueves,
el día que ya se resigna al domingo.
No es un viernes,
el día regido por la divinidad que en las selvas
entreteje los cuerpos de los amantes.
No es un sábado.
No está en el tiempo sucesivo
sino en los reinos espectrales de la memoria.
Como en los sueños
detrás de las altas puertas no hay nada,
ni siquiera el vacío.
Como en los sueños,
detrás del rostro que nos mira no hay nadie.
Anverso sin reverso,
moneda de una sola cara, las cosas.
Esas miserias son los bienes
que el precipitado tiempo nos deja.
Somos nuestra memoria,
somos ese quimérico museo de formas inconstantes,
ese montón de espejos rotos.

Pero sí... Definitivamente es ese verso final el que lo dice todo. Somos nuestra memoria, y ella es inconstante, caprichosa a veces, sabia en otras ocasiones, unas pocas acaso, pero jamás objetiva, nunca reveladora de una realidad que inevitablemente estará siempre más allá, en algún otro lugar, vaya uno a saber dónde. Aquí sólo hay, como bien lo ha dicho el poeta, formas inconstantes, un montón de espejos rotos, y otros tantos ingenuos empecinados en creer que así es como realmente han sido algunas cosas.

2 comentarios:

Miranda Dasso dijo...

Querido Germán, como la memoria hoy en día está en desuso podría reescribirse el final así "Somos nuestro Facebook, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos" En fin lo mismo, pequeñas intervenciones modernas, lo mismo se ajusta a su reflexión. Saludos
Miranda

Germán A. Serain dijo...

Me parece que los medios electrónico-virtuales son todavía más quiméricos. Y ya que hablamos de Borges, creo que facebook le hubiese causado tanto pánico como los espejos, esos que al mismo tiempo lo fascinaban, por su curiosa capacidad de multiplicar la apariencia de las cosas. Gracias por pasar por aquí y por dejar su comentario, Miranda.