lunes, julio 30, 2012

Donde la palabra nombra...

Hace unos días me topé con una formidable cita debida a Marguerite Duras, que quiero dejar consignada a continuación:

"Me dije que uno escribe siempre sobre el cuerpo muerto del mundo, y también sobre el cuerpo muerto del amor. Que es en los estados de ausencia donde se hunde el escrito, no para reemplazar nada de lo que ha sido vivido o supuestamente ha sido, sino para consignar el desierto dejado por ello."
Me digo que la cita es magnífica, tremendamente lúcida, y notablemente lacaniana. Allí donde la palabra nombra, lo que se nombre es la ausencia de lo nombrado. Pero no logro resistirme y sucumbo a la tentación de perfeccionar esta idea. Y entonces digo: que en general se escribe para consignar el desierto dejado por aquello que no está. Ya sea porque se ha ido o porque jamás se lo ha tenido. Y me digo además que esto no funciona de este modo sólo con la palabra escrita, sino también con la palabra dicha, y también con aquellas palabras que, habiendo despertado en nuestra mente, luego se han callado. Pues no se trata únicamente de la palabra, sino de cualquier representación imaginaria. Con las ideas en general sucede esto. Toda idea en nuestra mente inaugura un desierto, una ausencia, un ideal que a veces puede cobrar una dimensión tal que finalmente es capaz de asfixiarte.