miércoles, abril 24, 2013

El encuentro con el otro como una posibilidad sensible, pero también poética

Marina Abramovic y Ulay son dos artistas modernos. Lo cual es una manera de decir que son dos artistas que se han dedicado a explorar las fronteras de experiencias que algunos reivindican como arte, en tanto otros miran con un variable grado de sorpresa, incredulidad y desdén. Ella nació en Montenegro; él es alemán. Los dos tuvieron una relación amorosa muy fuerte durante cinco años, en la década de los setenta, durante los cuales vivieron juntos en una furgoneta y trabajaron mucho juntos. Después de esos cinco años, decidieron separarse. Pero no lo hicieron de cualquier modo: viajaron a China, fueron hasta la Gran Muralla, ella en un extremo, él en el otro, y empezaron a caminar. Caminaron durante tres meses, uno en dirección del otro. Cuando los dos se encontraron, se dieron un abrazo y luego no volvieron a verse por mucho, mucho tiempo.

Hace un par de años, Marina estaba realizando una performance en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. La idea era que, sentada ante una mesa, ella compartía un minuto de silencio y miradas con las personas que decidieran sentarse delante. Ni una palabra. Sólo silencio y mirada. Sin que ella lo supiera, ese día apareció Ulay... Y ese momento es el que registra el video que aparece más abajo.
El punto es: por supuesto que se trata de una performance, porque finalmente hay cámaras que vienen a registrar el momento. Pero más allá de eso hay una idea, sin la cual la performance no sería posible, y es que la relación y el gesto entre dos personas puede ser artística, vale decir poética. Estos dos artistas dicen con su performance algo muy importante: que se puede hacer poesía sin escribir, a través del simple contacto con otra persona. Y no digo más nada.


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