¿Y cuánto más aguantará? Esa es la pregunta, todavía sin respuesta, mientras la maza vuela por el aire, parece detenerse en el punto más alto durante un instante, y luego vuelve a bajar con violencia inusitada, para estrellarse otra vez en medio de chispas y un sordo estruendo y parece que es el final, pero no, todavía no, ¿cuánto más aguantará? Y ya va de nuevo, la maza hacia arriba, para volver a dibujar el arco, para repetir el golpe, y la duda acerca de si acaso será éste, el próximo, el último, el definitivo. Así las cosas, hasta que de repente, y esto casi nos sorprende a todos, a pesar de que debería ser la opción más lógica, la maza llega de nuevo, se estrella otra vez, y ahora sí, vuelan finalmente los pedazos, saltan las astillas, el movimiento se detiene, y no hay nada de lo que pasó que no hubiese podido ser calculado de antemano, y sin embargo, por alguna curiosa razón, nadie pareciera haber esperado que esto realmente sucediera. Pero ya no hay vuelta atrás, el daño está hecho. Y esta es la profundidad de la angustia del sinsentido.
sábado, octubre 05, 2013
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