jueves, noviembre 05, 2015

Puertas


Hay puertas que a primera vista no conducen a ninguna parte. Sin embargo, el simple hecho de que nos hagan pasar de un lado a otro, de un adentro a un afuera, o viceversa, producirá inevitablemente un cambio en nosotros, lo sepamos o no. Cada puerta funciona de un modo diferente con cada persona que se atreva a cruzar. La puerta que a mí me llevará eventualmente a un cierto lugar, a otros los hará llegar de seguro a otra parte. Desconozco adónde llevan las puertas que cada tanto se presentan, entreabiertas, delante de mí. Uno debe decidir, sin embargo, si se arriesga o no a atravesar su umbral, incluso sin saber a qué es lo que se enfrentará, o si acaso esa hoja se cerrará para siempre detrás de nuestras espaldas. Pero no hay demasiado remedio: debemos decidir si las trasponemos o si no lo hacemos. Por lo demás, debemos tener presente que las puertas suelen tomar muchas formas, en ocasiones muy caprichosas. Las personas pueden ser en ocasiones puertas, por ejemplo. Puertas que a veces hay que abrir, y otras veces cerrar.

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