Ayer alguien se refirió a mí
utilizando la palabra poeta.
No supe qué sentir.
En ese momento me pareció
una palabra demasiado grande,
y no es que yo sea modesto,
o sinceramente... no lo sé;
pero no pude menos que preguntarme
qué cosa será realmente un poeta.
Yo en mi casa tengo un piano,
que compré sin saber tocarlo;
y todavía sigo sin saber,
pero de todos modos, de tanto en tanto,
igual me siento delante del teclado
y dejo que mis dedos jueguen
libremente, torpemente,
que busquen alguna lógica,
que no siempre encuentran,
entre las teclas y las notas.
Pocas veces lo logro, es verdad;
me entretengo, no obstante,
y surgen esbozos de ritmos,
alguna que otra armonía,
nada que merezca seriamente
ser llamado música, es cierto;
y sin embargo, qué otro nombre
podríamos darle a todos esos sonidos
que surgen como venidos de ninguna parte
y sin embargo están ahí, indubitables.
¿No son acaso una forma de la música?
Entonces, de nuevo: ¿qué es un poeta?
Alguien que escribe versos, seguramente;
pero no puede tratarse apenas de eso,
tiene que ser algo más.
Alguien que comprenda,
por ejemplo, la rebeldía de la belleza.
Y es posible entonces que sí haya
algo de eso, por fin, en mi caso.
O alguien capaz de observar la luna
y saber que allí hay mucho más
que el satélite natural del planeta;
que allí hay algo que es inalcanzable,
por más que Neil Armstrong haya posado
alguna vez sus suelas en la superficie selenita
y haya soltado aquella tontería
del pequeño paso para un hombre,
paso grande para la humanidad;
eso fue una vil mentira: ningún paso
dio la humanidad tan especial esa noche
(digo noche porque allí estaba la luna);
todo sigue sin mucho cambio aquí abajo,
los mismos males, las mismas dudas,
las mismas soledades, las mismas miserias.
Y cuántos entre nosotros podremos
alguna vez pisar la luna y saber,
como el astronauta, cómo es aquello.
Para la mayoría de nosotros, los mortales,
la luna será siempre algo inalcanzable,
y por lo tanto similar a un sueño,
y por lo tanto materia apta para la poesía.
Y sí, confieso entonces que he escrito,
no pocas veces, palabras inspiradas
y referidas también a la luna.
Como sea: ayer alguien habló de mí
utilizando la palabra poeta,
y yo me sentí halagado;
y sentí que aquellas palabras,
salidas quién sabe de dónde,
que tantas veces he considerado
torpes, absurdas, delirantes,
pueden hallar, de tanto en tanto,
un oído atento.
lunes, junio 12, 2017
Naturaleza de la poesía
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario