viernes, julio 07, 2017

Eva, Adán y Dios

Cuentan que hubo un tiempo, probablemente fuera del tiempo, en que Adán caminaba solo por el joven mundo. Curiosamente él mismo no sabía que estaba solo, y no era capaz de padecer su soledad. A lo sumo es probable que se aburriera un poco, sin saber muy bien en qué ocupar todo ese tiempo que le era concedido; no había libros, ni música, ni cine, ni televisión siquiera, viajar era una alternativa de alcances limitados, y por supuesto tampoco estaba Eva. Pero Adán no podía concebir esa soledad que lo rodeaba, puesto que al ser único en el mundo no conocía otros estados posibles de las cosas. 

Es notable que haya sido Dios, muy a pesar de ser también El alguien solo y único en su género, quien tomó nota del asunto y manifestó aquello de que no era bueno que Adán estuviese solo. Por qué razón, siendo El todopoderoso, decidió darle una compañera a Adán y no dársela a sí mismo, que tan solo como Adán estaba, es algo que no sabemos. Y aun si tuviésemos ocasión de preguntarle, Dios de seguro nos respondería, razonable y convenientemente, aquello de "mis designios inescrutables son".

Puestos a especular, tal vez Dios se alimente de los amores de todos los hombres y mujeres del mundo. Eso explicaría que no necesite compañera. Y si acaso su divino orgasmo fuera la suma de los que experimentamos sus creaturas, cuanto más intensos fuesen nuestros humanos goces más cerca de El estaríamos. La teoría no parece descabellada, en cuanto uno lo piensa un poco, aun cuando los autoproclamados representantes de Dios en la tierra se hayan obsesionado con condenar la cópula y el disfrute, en lugar de celebrarlos. Pero si pensáramos la cópula como un acto de belleza o de felicidad divina, como un pensamiento ante el cual se agolpan las palabras, como si se leyeran a un mismo tiempo todos los poemas que jamás hayan sido escritos...

Pero regresemos al principio del hombre, y de tantas otras cosas. Lo cierto es que de Adán hizo Dios a Eva, moldeando carne de su carne, algunos dicen que una costilla; es raro que faltase materia prima: acaso la intención divina fue que Eva y Adán fuesen dos partes de una misma cosa, para que ahora sí, al estar separados se sintiesen solos y desearan volver a juntarse, como antes de la divina operación quirúrgica. O tal vez fue una estrategia, para que no hubiese riesgo de que, al ser Eva y Adán dos distintos, en lugar de atraerse se encontraran repulsivos, aléjate de mí, fea cosa, que tienes mal olor, y tú qué tienes que decir, si te la pasas parloteando todo el día, vete de aquí. Menudo paraíso hubiese sido ese.

No sucedió así. Al parecer Eva y Adán se atraían, se solicitaban todo el tiempo, se gozaban, complaciendo al Creador, y nadie tenía problemas con mirar o ser mirado, porque todavía no se habían inventado ni la vergüenza, ni la culpa, ni tampoco los terceros en discordia. Con respecto a la vergüenza y la culpa, Eva y Adán vinieron a cagarla, cuando comieron del árbol de la sabiduría, cuyos frutos Dios expresamente les había prohibido. Aunque para ser justos, explicame para qué puso el Señor ese árbol prohibido al alcance de la mano de esas pobres creaturas, que El mismísimo creó dotadas de libre albedrío, eso es cierto, pero también de curiosidad, de ansias y deseo. Algunos de los términos de toda esta historia parecen no estar del todo bien planteado. Y en cuanto a terceros en discordia, ya hablaremos en otra ocasión de eso.

Lo cierto es que Eva se tienta, y desea comer la fruta prohibida, acaso con la expectativa de obtener así un sabor nuevo, o una belleza distinta, o un nuevo goce, o un nuevo conocimiento, que todo lo anterior bien podía resumirse en esto. O acaso fue no más que por haberle sido prohibida, así es el alma de las mujeres y los hombres, y Dios de seguro bien lo sabe, lo cual lo deja en una situación bastante incómoda, no te hagas el inocente, Señor, que tu actitud fue a todas luces calculada, y por lo tanto casi diríase perversa. Ni siquiera la bíblica serpiente estaba allí sin que Tú lo supieras, y Eva y Adán solamente hicieron lo que ya estaba escrito que harían. ¿O no es verdad que Tú todo lo sabes, incluso antes de que suceda?

Como sea. Algo malo hubo también con la supuesta sabiduría que debieron recibir Eva y Adán después de su desobediencia; porque bastó con comer el fruto para que ellos supieran que estaban desnudos; pero nunca supieron por qué razón debían ocultar esa desnudez. Supieron que estaban desnudos, pero creyeron falsamente que en aquella belleza había alguna falta. Tal vez Dios sólo quería demostrar su poder de castigar a quien se atreviese a desafiarlo. Algo muy propio de quien no está del todo seguro de sí mismo, de su poder o de su mismísima existencia.

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