miércoles, enero 16, 2019

Sueño 190115

"La ternura adolescente pronto será reclamada por esta matanza... (¿o era holocausto?...) hecha de... (¿sangre... almas... fuego?...)."

Me asomé al borde de aquella construcción y algo me llamó la atención en el cielo. Eran unas formas extrañas, que aparecían y desaparecían a lo lejos sobre un fondo de nubes rojizas, como símbolos que quisieran decir alguna cosa. Recuerdo nítidamente dos líneas rectas paralelas negras, que se disolvían de arriba hacia abajo antes de aparecer de nuevo. Y luego unas enormes letras de color rojo rubí, que formaban palabras que yo intentaba memorizar. Para no olvidarme, intentaba escribirlas en un papel. Pero no resulta fácil leer o escribir en sueños.

Todo había comenzado en algún lugar de Rusia, o acaso fuera algún otro país del Este europeo, en algún momento de la primera mitad del siglo pasado, a juzgar por las palabras que escuchaba y las vestimentas de las personas que alcanzaba a ver, todo en un cinematográfico blanco y negro. Me encontraba en medio de una especie de redada. Recuerdo gente actuando con violencia, hombres, mujeres y niños empujados contra una pared, gritos en un idioma que no comprendía. Yo lo veía todo desde los ojos de un cuerpo que no era el mío. Y supe que en cuanto alguien se dirigiera a mí, imposibilitado como estaba para dar explicaciones, sería también blanco de aquella furia. Especulé con la posibilidad de responder con señas, indicando una fingida mudez, pero de inmediato imaginé que eso no funcionaria. De pronto veo a un hombre vistiendo un uniforme con una inscripción en inglés. Corro tras esa persona, y al alcanzarla intento comunicarme con él, y en una media lengua torpe le explico que yo no soy de allí, y que en realidad hablo español.

El soldado me responde con rudeza, pero al menos no me agrede. En cambio me ordena que busque algo en un cúmulo de tierra cercano. Algo valioso, aunque yo no entiendo muy bien qué sea. Pero de algún modo lo encuentro, lo desentierro, y eso me salva la vida. Luego aparece una caricatura. Que a partir de lo que acaba de suceder se aboca a buscar otras cosas. Pero en este caso la misión que recibe es mucho más difícil, porque hay que hallar algo enterrado, y nuevamente no sabemos qué es, pero ahora tampoco dónde podremos encontrarlo. Con un extraño bulldozer, la caricatura comienza a excavar, y lo hará durante años, pero en vano, dando vueltas en redondo con su máquina. Más tarde alguien me dirá que a pesar de todo está haciendo un buen trabajo, pues los serbios, cuando se juntan y se emborrachan, en lugar de ponerse a pelear y a dispararse entre ellos, como solían hacerlo, se dedican a mirar por televisión esa caricatura que los divierte tanto.

Como se ve, por momentos las cosas parecen o tener ni pies ni cabeza. O tal vez su sentido se nos escapa. Ahora un automóvil se cruza con el nuestro. Quieren que les indiquemos cómo llegar al aeropuerto... Intento orientarme, pero vos, siempre mejor ubicada que yo, les respondés primero. El hombre del otro auto se muestra muy impaciente y quiere que apures tus indicaciones. La mujer que va con él habla por teléfono y de pronto dice que ya no importa, que el tío ya llegó, y que además está enfermo. "Todo mal", pienso para mis adentros. "Se enferma en el viaje, no lo va a buscar nadie al aeropuerto... Seguro que después tendrá que pagar la comida para todos." Los chicos del matrimonio también se han bajado del auto y deambulan por ahí. Nadie parece saber muy bien qué es lo que esperan... Tampoco es claro qué es lo que estamos haciendo nosotros en ese lugar. Me pongo a caminar, entonces, buscando cómo salir de aquel sitio. Y así es como llego al borde de aquella construcción, desde donde me pongo a mirar el cielo.

Intento ahora escribir aquella frase en un papel, para no olvidar lo que dice. Me cuesta hacer andar la lapicera, pero también darle forma a las letras. "La ternura adolescente pronto será reclamada por esta matanza..." ¿La palabra era matanza y o era holocausto?... Me resulta muy difícil retener los términos. Hecha de... ¿sangre?... ¿De almas?... ¿De fuego?... De todos modos comprendo que la frase en cuestión habla de la vida, de todos y cada uno de nosotros, hasta ayer mismo jóvenes, y sin embargo llamados invariablemente a morir. Lloro.

Cuando me despierto, Laura está allí. Se estira y me sonríe, y se da vuelta para que la abrace. En realidad no estoy del todo seguro de haber despertado del todo, porque en ese momento se me hace presente otra frase, que parece resonar en mi cabeza: "No dejes de quererme. Por favor, no dejes de quererme, que en tanto vos me quieras la vida seguirá teniendo un sentido."

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