Los pies que se ven en esta foto son los de una persona muerta. No es difícil adivinar que no ha fallecido de muerte natural. Son pies fatigados por los caminos. Podríamos arriesgar distintas posibilidades, pero en realidad no nos interesa si son los pies de un hombre o de una mujer. Podrian ser incluso los pies de un soldado (que no parecen serlo) y la situación sería básicamente la misma. Queremos decir que no nos interesa conocer cuál era el nombre de esta persona, ni su nacionalidad, ni dónde le acertaron los disparos que pusieron fin a su vida.
La mancha en la pared es sangre humana. Sangre todavía fresca. Una sangre que se adivina repetida en un sinnúmero de horrores que lejos están todavía de terminar. Hay una historia cuyos detalles desconocemos detrás de esta mancha. Una historia que también está fresca en el presente de la fotografía. Desconocemos esos detalles tanto como el nombre, la nacionalidad o el estatus de la persona a la cual pertenecían estos pies que ahora aparecen en primer plano. Podríamos imaginar diferentes posibilidades, pero en nada cambiarían las cosas.
La niña de la foto está viva. La sangre que mancha sus rodillas no es la suya. Se trata seguramente de la misma sangre que ha manchado la pared. No conocemos su nombre, ni cuál sería su relación con la persona cuyo cadáver yace tirado junto a ella. Tampoco su nacionalidad. O si ha sido bautizada en alguna religión. ¿Interesan estos datos, acaso? ¿Cambian en algo la escena o el horror? El horror es el grito silencioso de esta criatura, que sigue viva pero que jamás podrá recuperar su inocencia. Que sigue viva pero que ya ha conocido el espanto de ver de cerca lo peor de que es capaz la humanidad. Un espanto inimaginable para nosotros, porque el fotógrafo -que también es humano, después de todo- no pudo terminar de representarlo en su trabajo. No es su culpa: hay tareas que resultan inabarcables.
Pero el horror no está en el cadaver. No está tampoco en la mancha de sangre en la pared, y ni siquiera en la historia que presumimos acaba de tener lugar, poco antes de que el lente de la cámara alcanzara a fijar su trágica toma. El horror vive en el rostro de esta niña. En sus ojos desencajados, incrédulos, que imploran por una explicación o un consuelo que no llegará jamás. En su boca abierta, emitiendo un grito de espanto que durará para siempre. Un grito tanto más espantoso, habida cuenta de la sensación que surge de la misma foto, de que en todo el planeta no parece quedar nadie dispuesto a escucharlo.
"El hombre es el lobo del hombre", dijo una vez Thomas Hobbes.
"El horror es su patrimonio", añado yo con indignación.
martes, agosto 08, 2006
Una imagen del espanto
Publicadas por Germán A. Serain
Etiquetas: Reflexiones
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3 comentarios:
Espeluznante. Antes de ver Las tortugas tambien vuelan (Bahman Ghobadi) yo pensaba que el horror era uno solo. Los niños, la cara de ella, la de tu foto, me hace dudar. Acaso porque pensamos que el transcurrir del tiempo nos puede preparar (curtir) para más y más dolor.
Germán! me acabo de enterar que tenés un blog nuevo, un poco más por fuera de la cursada. Me parece buenísimo si podemos continuar con esto como medio para comunicarnos.
No pude participar mucho en los ultimos posts del blog de la cursada, porque me operé de la rodilla y estaba sinceramente con la cabeza en otro lado y aunque la recuperación recién empieza, el reposo más estricto ya quedó atras.
Con Gonza Besteiro seguimos haciendo radio y estamos armando un blog con podcast, que ni bien esté concluido te voy a pasar la dirección así lo chusmeás si tenés ganas.
un abrazo grande
Demian
En los ojos de esa niña, como en aquellos ojos de la muchacha afgana-tapa de National Geographic; se refleja el umbral de un lugar donde se muere la inocencia, se acaban las niñeces, de donde no se puede retornar casi nunca... cuna de las peores percepciones de esta vida, germen de las peores emociones, heridas perennes que trascienden la carne. Perded toda esperanza... no rezaba así la siniestra puerta del Dante. Puf, que fuerte Germán.
Gonza es "Mex" en Empedrados y me pregunto si Demian será el buen amigo Niedfeld de "Derrockados"
Un abrazo, Sergio
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