jueves, febrero 14, 2008

san valentin

De un tiempo a esta parte comenzó a hablarse en la Argentina del Día de San Valentín, también llamado Día de los enamorados. Es un día en el cual se venden más flores y bombones que de costumbre. Y no deja de llamar la atención una celebración tal, cuando la tradición cristinana ha tendido a generar mártires más bien poco propicios a los amores físicos, a los cuales suelen ser tan afectos aquellos que han perdido sus estribos en favor de un otro que los ha deslumbrado.

Lo curioso es que al parecer el tal Valentín no existe. O por lo menos, que es poco y nada lo que se sabe de él. Como poco y nada es lo que los enamorados saben, en realidad, el uno del otro. Ni del porqué del sentimiento que los embarga. Fue el papa Gelasio I, hacia fines del siglo V, quien instituyó esto del día de San Valentín, cada 14 de febrero, para reemplazar con dicha celebración otras fiestas paganas a las cuales el cristianismo no era afecto. Sin embargo, el propio decreto papal reconoce que el tal Valentín es alguien "cuyo nombre es venerado por los hombres, pero cuyos actos sólo Dios conoce". Vale decir: nada nos consta. Aunque las leyendas son varias, según podrá constatar quien así desee hacerlo.

La cuestión aquí no es sin embargo el presunto santo, que de todos modos perdió su lugar en el santoral en 1969, desplazado por el combo San Cirilo + San Metodio, patronos de Europa, cuando la iglesia prefirió impulsar a santos con una historia más fehaciente. No es ese el tema, sino el enamoramiento en sí. Porque hay una idealización del enamoramiento, una compulsión al enamoramiento, como si ese fuese el estado normal de una persona, cuando en realidad se trata de todo lo contrario.

Durante el enamoramiento, el razonamiento crítico del sujeto queda, al menos en cuanto al otro se refiere, literalmente anulado. No es por nada que el arquetipo del enamorado es alguien que camina con los pies en las nubes, desconectado de la realidad. El cuerpo genera una serie de cambios químicos extraordinarios, que en condiciones normales pueden extenderse de tres meses y hasta algo menos de un año. Luego de este tiempo, la capacidad crítica es retomada: vemos con ojos más claros al otro, a ese que nos había deslumbrado, muchas veces se produce el desencanto, y en el mejor de los casos se establece una relación de reciprocidad basada ya no en la pasión, sino en una conveniencia mutua, en el afecto, en un proyecto compartido. De hecho, es probable que la monogamia no sea el estado natural del hombre, tanto como un estado cultural.

Pero si de cultura hablamos, esto de los enamorados tiene también su costado negro. Hay quienes se sienten inexorable y falsamente incompletos si no están con un otro. Como si la soledad fuese un estado de anormalidad, que no lo es. Están los enamorados compulsivos. Y los que desconfían tanto del otro que son incapaces de generar una relación idílica. Están los que jamás le han logrado decir al otro lo que sienten. Y sobre todo hay relaciones basadas en el desequilibrio, donde uno domina y el otro es dominado. Las posibilidades son muchas y por lo general la confusión propia de todo aquello vinculado al enamoramiento genera dolor. No es gratuito que a Cupido no se lo represente repartiendo flores o bombones, sino disparando flechas sin ton ni son.

Jean Paul Sartre veía el estado de enamoramiento como una lucha: queremos dominar al otro, para lograr que el otro vea en nosotros solamente lo que nosotros deseamos; queremos lograr que el otro nos vea tal como nosotros deseamos ser vistos. Cuando la relación es recíproca, nosotros también cedemos un poco, nos atontamos, admitimos ver al otro idealmente... aunque tarde o temprano algo nos devuelva la cordura.

El lenguaje le da la razón a Sartre. Todos los términos relativos al amor son de naturaleza bélica. Empezando por Cupido, siguiendo por el inevitable dolor que implica todo lo vinculado al amor, dolor dulce, si se quiere, y deseable, pero dolor al fin, y siguiendo por el hecho de que nos desvela la cuestión de cómo conquistar al otro, una palabra que se aplica igualmente para la acción sangrienta de aquellos que han decidido tomar un país ajeno por las armas.

9 comentarios:

Silvia dijo...

El estado de enamoramiento es un estado de semidemencia, de enajenación. No deja de ser gracioso que su patrono sea un santo trucho. Voto a San Cayetano, que es más práctico y menos doloroso :)
Saludos!

Flor dijo...

Justo ayer hablábamos con mi pareja sobre el festejo del día de San Valentín. Nunca lo hemos festejado porque sencillamente cuando éramos simplemente *enamorados* este día no existía. ¡Hace diez años, esta fecha no la conocía nadie! Además, ¿a quién se le ocurre festejar el día de los enamorados en febrero cuando media ciudad está de vacaciones? Nosotros festejábamos el día de la primavera, aunque se mezclaba un poco con el día del estudiante... qué se yo. No teníamos un mango para ir a comer afuera ni regalar bombones. Las flores son gratis, se consiguen en cualquier lado. Me pregunto cuándo sucedió que el día de San Valentín comenzó a aparecer en la primera plana de los diarios. ¿Y cuándo es que se volvió tan importante? ¿Y cuándo se volvió un sufrimiento para alguna gente estar solo el día de San valentín?

Es muy raro todo esto.

Adriano dijo...

Muy buena tu reflexión. Creo que el estado de enamoramiento es muy particular en cada persona. Simplemente sucede; cada uno tendrá sus propias experiencias. Sí es cierto que cuando ello sucede, generalmente algo se modifica tanto en nosotros que nunca creemos ser los mismos.

Es interesante lo que traés a colación, lo del día de San Valentín. Resulta tan propio de nuestra cultura generar siempre algún nuevo mito, mucho más ahora que estamos en una época puramente comercial, donde cualquier excusa es buena para vender y consumir.

Más allá de esto, a mí me pone feliz que se dedique un día especial a los enamorados. De hecho, se ven muchas parejas por la plaza, caminando de la mano; y eso es verdaderamente lindo...Aunque, como dirían muchos, "día de los enamorados", deberían ser todos aquellos en que estemos con quien verdaderamente amamos.

Un gran abrazo.

Pavote dijo...

Es verdad, las reflexiones son muy interesantes de leer. A mi lo primero que se me vino a la cabeza fue decir: "la maquina se puso a andar y no se puede escapar". Por que digo esto?:
* Mi novia que me recrimina: "todos los novios de mis amigas le regalaron algo a sus novias y vos nada" (1 a 0 pierdo).
* Prendo la tele, todos los noticieros cubriendo el tema al mejor estilo "nota pelotuda sobre como la gente veranea en mardel". "Miren a los enamorados", gritan los movileros. Mientras tanto, mi novia cosiendome un pantalon y yo haciendole un desfragmentador de disco a la pc. "No parecemos enamorados", reflexione. (2 a 0 y en picada).
* A la noche voy a cenar a lo de mi novia, y oh sorpresa, un ramo de flores. "Y eso?", pregunto ingenuamente. "Me lo regalo un compañero de trabajo". Listo, ahora el tipico salame que regala flores para quedar bien en el trabajo se quiere levantar a mi novia. (3 a 0 perdi por goleada).
Y bueno, asi senti el jueves pasadas las 00hs, que cuando culturamente se impone algo, la resistencia es cada vez más complicada. Ya me estoy yendo a comprarle bombones a mi novia y a pedirle perdon....
Saludos German!
Lucas.

Anónimo dijo...

Estar enamorado

Estar enamorado, amigos, es encontrar
el nombre justo a la vida.
Es dar al fin con las palabras que para hacer
frente a la muerte se precisa.
Es recobrar la llave oculta que abre la cárcel
en que el alma está cautiva.
Es levantarse de la tierra con una fuerza que
reclama desde arriba.
Es respirar el ancho viento que por encima de
la carne respira.
Es contemplar, desde la cumbre de la persona,
la razón de las heridas.
Es advertir en unos ojos una mirada verdadera
que nos mira.
Es escuchar en una boca la propia voz
profundamente repetida.
Es sorprender en unas manos ese calor de la
perfecta compañía.
Es sospechar que, para siempre, la soledad
de nuestra sombra está vencida.

Estar enamorado amigos, es descubrir dónde
se juntan cuerpo y alma.
Es percibir en el desierto la cristalina voz de
un río que nos llama.
Es ver el mar desde la torre donde ha quedado
prisionera nuestra infancia.
Es apoyar los ojos tristes en un paisaje de
cigüeñas y campanas.
Es ocupar un territorio donde conviven los
perfumes y las armas.
Es dar la ley a cada rosa y al mismo tiempo
recibirla de su espada.
Es confundir el sentimiento con una hoguera
que del pecho se levanta.
Es gobernar la luz del fuego y al mismo tiempo
ser esclavo de la llama.
Es entender la pensativa conversación del
corazón y la distancia.
Es encontrar el derrotero que lleva al reino de
la música sin tasa.

Estar enamorado, amigos, es adueñarse de
las noches y los días.
Es olvidar entre los dedos emocionados la
cabeza distraída.
Es recordar a Garcilazo cuando se siente la
canción de una herrería.
Es ir leyendo lo que escriben en el espacio las
primeras golondrinas.
Es ver la estrella de la tarde por la ventana de
una casa campesina.
Es contemplar un tren que pasa por la montaña
con las luces encendidas.
Es comprender perfectamente que no hay
fronteras entre el sueño y la vigilia.
Es ignorar en qué consiste la diferencia entre
la pena y la alegría.
Es escuchar a medianoche la vagabunda
confesión de la llovizna.
Es divisar en las tinieblas del corazón una
pequeña lucecita.

Estar enamorado, amigos, es padecer espacio
y tiempo con dulzura.
Es despertarse una mañana con el secreto de
las flores y las frutas.
Es libertarse de sí mismo y estar unido con
las otras criaturas.
Es no saber si son ajenas o son propias las
lejanas amarguras.
Es remontar hasta la fuente las aguas turbias
del torrente de la angustia.
Es compartir la luz del mundo y al mismo
tiempo compartir su noche obscura.
Es asombrarse y alegrarse de que la luna
todavía sea luna.
Es comprobar en cuerpo y alma que la tarea
de ser hombre es menos dura.
Es empezar a decir siempre, y en adelante no
volver a decir nunca.
Y es, además, amigos míos, estar seguro de
tener las manos puras.

Germán A. Serain dijo...

Silvia: Me causó gracia lo del santo trucho. Y también la palabra enajenación. Es un poco fuerte... pero nunca tan bien aplicada.

Flor: Sí, es raro. Yo creo que por ahí pasa que escuchamos demasiado a esas personas que te dicen "pobrecito, qué mal que debés sentirte"; y nosotros, que estábamos fantástico con nosotros mismos y nuestra alma, comenzamos a sentirnos mal. O cuando nos dicen "cómo, a vos no te regalaron nada?..." La verdad es que cuando estás enamorado en serio todo esto te debería importar tan poco.

Adrianófanes: Gracias. es cierto que el enamoramiento es una experiencia diferente para cada persona. Y lo dicho: que al enamorado nada de lo que se escriba aquí ni en otras partes debería importarle demasiado... porque al fin y al cabo está demasiado enajenado como para comprenderlo, pobrecito. (Perdón, me puse ácido...)

Lucas: Sin palabras. 10 puntos por tu comentario. Incluso cuando te hayan dado por goleada.

Bella niña (a. Francisco): No sé... no te parece un poco... (creo que "cursi" es la palabra más adecuada que encontré).

Anónimo dijo...

Germán, una vez más tu comentario me cala hondo.

Estar enamorado - por poco que dure y por mucho que duela - es un estado de gracia que nos obsequia la vida. ¿Que vale la pena estarlo? ¡Sin dudas!

Estar enamorado es salir de nosotros mismos, a eso se le llama trascender.

También a buscar lo mejor de nosotros mismos para conquistar (¿regalarlo?) al otro. Yo diría que es trascender hacia arriba.

Huxley decía que hay varias formas de trascender, hacia arriba, horizontal y hacia abajo.

Y también está la sociedad de consumo tratando de buscar siempre el momento para hacer su negocio. ¡Cómo se vende en el día del padre, la madre, Navidad, San Valentín!

Recuerdo que mi padre nos decía: "el único regalo que les pido es que sean así todos los días del año". ¡Qué desafío!

Si necesitamos un día especial en el año para el padre, la madre, la novia... ¿el resto del año qué es? ¿vivimos en un desierto? ¿Cada uno de los días especiales que nos dan es un oasis acaso? ¿Será el precio que nos hace pagar esta sociedad de consumo? Es la alienación del mundo actual, y alienación también significa salir de nosotros mismos, lo que nos lleva nuevamente a la palabra trascender, ¡pero hacia abajo!

yo dijo...

Me quedé con ganas de que siguiera el post. Es totalmente cierto. Me gusta pensar que estar sin pareja es el estado natural de la persona. Nacemos y morimos solos (aunque en mi caso no nací sola...tengo una hermana gemela). La sociedad (para ponerlo en términos generales) te exige que no estés sola (sobre todo a las mujeres), que si estás solas estás ....enferma(¡!) Y hay que buscarte un remedio (un candidato) rápido.
También estoy de acuerdo con el comentario de Daniel....también es lindo estar en pareja.
También es lindo tener amigos..también es lindo tener una familia en una mesa reunida .....
Nadie debería ser socialmente castigado por no tener alguna (o todas)de estas cosas.
Saludos! :)

Anónimo dijo...

El amor es el sentimiento màs abstracto y màs profundo que existe. Experimentamos a lo largo de nuestras vidas este fenòmeno , que infinitas veces nos genera : emociòn ,inspiraciòn , felicidad , pasiòn , miedo y dolor, en ocaciones , intenso incomparable , inexplicable , interminable . Sin embargo , nos aventuramos una y otra vez ,porque amar y ser amado es lo que le da sentido real a nuestras vidas.
el amor es un àrduo recorrido
Solo cuando encontramos la felicidad , descubrimos el fin de este camino .
Es inevitable , o acaso increible reflejarse , en pequeños versos , en aquellos poemas ,como los de Julio , que como bien supiste explicar en este blog , son absolutamente subjetivos , y llaman a la reflexiòn , a el màgico momento de interpretaciòn , que llega cuando simples palabras nos emocionan ,o quizas emociona la forma en la que el escritor lo expresa !!
me encanto tu comentario!!!