sábado, noviembre 06, 2010

Inevitabilidad

Buscando algo en Internet, ya no recuerdo si acerca de los fantasmas, sobre Solón de Atenas o sobre los jabones Sunlight (puede que haya sido en realidad sobre las tres cosas), encuentro un archivo en formato pdf. Recuerdo entonces (en realidad lo recordé un momento más tarde, pero la diferencia no viene al caso) aquella sentencia que asegura que si uno abre un libro en un lugar cualquiera y lee con suficiente atención, es posible que ese libro le diga algo de cierta importancia. Me pregunto entonces si con los libros en formato electrónico sucederá lo mismo. Tal vez sí, acaso no. Pero lo cierto es que luego de abrir el pdf en cuestión y mover al azar la barra de scroll, alcanzo a leer lo que sigue:

Lloraba Solón la muerte de su hijo.

Un amigo se acerca y le dice:

— ¿Por qué lloras, si sabes que es inútil?

— Por eso —contestó Solón. Porque sé que es inútil.

Antes de entrar al blog para dejar consignado este hallazgo, guardé el pdf en una de las carpetas del disco rígido de mi máquina y me prometí conseguir un ejemplar en papel de El libro del fantasma de Alejandro Dolina en cuanto me fuese posible.

4 comentarios:

Germán A. Serain dijo...

En el libro de Dolina también dice, justo antes de este recorte:

...No haga caso de los sofistas risueños. Tarde o temprano alguien le dirá: "Si un problema tiene solución, no vale la pena preocuparse. Y si no la tiene, ¿qué se gana con la preocupación?". Confunde esta gente las arduas cuestiones de la vida con las palabras cruzadas. La soledad, la angustia, el desencuentro y la injusticia no son problemas sino tragedias, y no es que uno se preocupe sino que se desespera.

Es curioso: Siento por una parte que Dolina ha comprendido algo que la mayoría de las personas pasan por alto. Sin embargo, por otro lado también creo que el supuesto sofisma tiene al fin y al cabo cierto sustento real. No en la opinión vana de tantos facilitadores vacíos que pululan sin descanso por todas partes, por supuesto; pero sí en un pensamiento crítico basado en la aceptación. No es mi deseo ser un otario; pero me pregunto qué diría de estas cuestiones un maestro zen, por ejemplo.

Por ahora, y ante la falta de respuestas definitivas, me limito a publicar en mi blog el brevísimo fragmento que habla de Solón, y me digo que la cuestión no está cerrada.

Germán A. Serain dijo...

Repecto de Solón, aquel que según dicen recomendaba realizar todas las cosas con mesura, encontré algunos datos interesantes. Entre ellos, que durante su gobierno prohibió que un hombre vendiera como esclavos a su mujer o a sus hijos.

(By the way, hoy seguramente no hubiese faltado quien acusara a Solón de estar atentando contra la libertad de comercio...)

Vanina dijo...

Hola Germán!

Mi Tata (apodo cariñoso de mi abuelo) cuando estabamos tristes o enojados siempre nos decia la frase que Dolina atribuye a los Sofistas risueños...cuando terminaba la frase a mí me daban ganas de decirle que esa era una respuesta fácil...pero cuando pasaba la angustia o la bronca del momento terminaba por darme cuenta que tenia razón y que no valía la pena vivir la vida con el peso de preocuparse por algo que se puede solucionar o por lo inevitable. Mi Tata falleció a los 84 años y vivió muy feliz a pesar de haber padecido varias pérdidas, era un hombre simple, callado y de fuertes convicciones sociales. Muchas veces me gustaría tener un poco de su templanza.

Germán A. Serain dijo...

Por eso lo decía yo, precisamente. Que una cosa es la superficialidad, y otra la simplicidad. A los superficiales es justicia condenarlos por su incapacidad o desinterés a la hora de ver lo dramático de este milagro que es vivir. Pero a los filósofos dramáticos les vendría bien, de vez en cuando, poder reposar un instante en la sabiduría y la paz propias de los simples; que no por simples -esto es lo que los diferencia de los superficiales- navegan en aguas menos profundas.