viernes, febrero 04, 2011

Any fool knows a dog needs a home...

Hace muchos años -yo era por entonces más joven- visité un día la casa de una persona conocida que acababa de comprar su primer reproductor de discos compactos, una novedad impresionante por aquellos tiempos en que los vinilos y los cassettes eran todo lo que se conocía en materia de audio doméstico.

Para probarme las bondades del sonido de aquel nuevo sistema esa persona, cuyo nombre sinceramente no recuerdo, colocó un disco de Pink Floyd. En aquel momento yo conocía The Wall y también Dark Side of the Moon, pero jamás había escuchado Animals, un álbum que más tarde me apresuré a comprar, en cuanto pude tener mi propio reproductor de discos compactos, inversión importante en su hora, que hoy todavía celebro.

En aquel disco había (allí sigue estando) una canción en particular, que habla de los encuentros y los desencuentros, que en un determinado pasaje dice:

And any fool knows a dog needs a home,
A shelter from pigs on the wing.

Que más o menos podría traducirse del siguiente modo:

Y cualquier idiota sabe que hasta un perro necesita un hogar,
un refugio contra los cerdos en las alas.

La metáfora que alude a los cerdos en las alas, esto es algo que supe años más tarde, hace referencia a los enemigos que acechan durante las batallas aéreas, ocultándose en puntos ciegos para el piloto adversario, en particular debajo de las alas del avión que ha sido escogido como presa. Pero en definitiva la idea me parece igualmente adecuada para hablar de los políticos, de las fuerzas de seguridad, de los delincuentes, de la gente malvada, de la mala gente, de la vida misma, tanta es la acechanza.

La metáfora del perro, en cambio, sólo podía hacer referencia entonces, y sigue siendo así hasta hoy mismo, a la persona que canta la estrofa. Al menos yo no logro interpretarlo de otra manera. Y acaso deba decir que cada vez que escuchaba esta canción no podía evitar cantarla. Tal como sigue sucediendo ahora.

Un perro, entonces. Uno de esos perros de ojos tristes, que ni siquiera tienen la posibilidad de hablar para explicarnos qué les pasa, qué es lo que les causa tan eterna e irremediable melancolía.

Yo al menos tengo mi blog, eso es cierto.

Pero también necesito un hogar, un refugio.


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