jueves, abril 09, 2015

Ser mejores

"Me siento mal por cómo la traté", me dijiste ayer. Y yo sorprendido te pregunté: "¿Por qué decís eso? ¿Acaso vos la trataste mal?" Sinceramente no necesitaba que respondieras esa pregunta, porque ya conocía yo de sobra la respuesta. Pero igual contestaste: "No, papá, claro que no la traté mal; para nada." Después agregaste algo más; algo que me sacudió interiormente: "No es que la haya tratado mal. Pero sé que podría haberla tratado mejor."

Los dos lloramos, entonces. Vos por Camila, tu gata, que yo acababa de enterrar en el jardín de adelante. No fue la primera muerte que te tocó de cerca, pero toda muerte nueva es una experiencia cruel, por lo definitiva y también por lo desconcertante. Llorabas porque vos la habías cuidado mucho, y la habías tratado siempre bien; pero de repente te dabas cuenta de que hubieras podido hacerlo aun mejor. Por mi parte, yo lloré un poco por lo mismo, pero además porque tu reflexión no me dejaba lugar para el escape: ahí estaba el trasfondo de buena parte de mi dolor y de mi culpa. Sé que he sido hasta aquí una buena persona, un buen padre, incluso hasta cierto punto un buen compañero, un buen hijo... pero todas esas cosas, y cualquier otra que me pudiese plantear, también en mi caso podrían haber sido hechas de mejor manera.

Te dije entonces que intentaras aplicar esa reflexión a tu vida cotidiana, a cada momento, a cada relación que te tocara enfrentar. Me miraste algo extrañada y dijiste que no creías que fuese digno, esta fue la palabra que usaste, vivir tomando tantas precauciones todo el tiempo. Y yo te respondí que estabas equivocada. Pero confieso que lo vi con claridad recién en ese instante: si hay una manera digna de vivir, es precisamente esa, considerando si lo que estamos haciendo en relación a los demás no tiene un mejor modo de ser hecho, si no podemos ser mejores o hacer por el otro todavía un poco más, para no tener que arrepentirnos el día de mañana. Imaginá por un momento cómo sería el mundo si toda la gente se comportara de esa manera... ¿Por qué no comenzar por uno mismo? La mala noticia es que no podemos deshacer nada de lo que ya hayamos hecho mal. La buena, por el contrario, es que todavía estamos vivos y tenemos el poder de disponer lo que hagamos de aquí en adelante.

No hay comentarios.: