domingo, abril 03, 2016

Sueño 160403

Había un campo de tréboles. Eso lo recuerdo perfectamente. Era un campo muy mullido, y yo corría y saltaba feliz, en aquella pradera, como si absolutamente nada más importara. Y acaso jamás un sueño haya sido tan cierto. Yo estaba descalzo, y todavía tengo presente la sensación maravillosa de mis pies pisando aquellos tréboles. Cómo había llegado hasta allí, eso no lo recuerdo con exactitud. El orden de este sueño es un tanto confuso. Sé que había estado antes en una especie de ritual de iniciación, en el cual había tenido que bailar alrededor de unas piezas de madera dispuestas en el piso. En teoría eso ayudaría a ver o imaginar una dimensión alternativa del mundo, cosas que usualmente permanecen opacas, invisibles. En determinado momento comprendí que ya no estaba en aquel lugar, que de alguna manera me había ido. Quienes seguían estando allí, de seguro creerían que yo permanecía inmóvil por estar meditando, o acaso dormido. Pero lo cierto es que yo no estaba ya en ese lugar. Pensé que estaba bien dejar que se engañaran. Y también decidí que no iba a regresar. Entonces miré a mi alrededor. Allí estaba, en el campo de tréboles. Había cerca un lago, y supe que no estaba demasiado lejos del sitio en el cual mi cuerpo permanecía en trance.

Fue entonces cuando se me ocurrió que sería interesante poder verme desde afuera de mí mismo, ver mi cuerpo como si fuese ajeno, el de alguien más, y entonces tuve una duda: ¿sería yo ahora un cuerpo tangible, como antes? ¿O sería más bien una especie de espíritu incorpóreo? Decidí hacer una prueba sencilla: saludé a unas personas que pasaban cerca, que respondieron a mi saludo, con lo cual supe que yo era un cuerpo encarnado. Podían verme, podían escucharme, me respondían. Hice esta misma prueba un par de veces más, con el mismo resultado. Finalmente decidí ir hacia donde todavía estaba mi cuerpo dormido, para poder verme desde afuera de mí. El camino entonces comenzó a ser irregular: ya no estaba más el campo de tréboles, sino que pisaba ahora una tierra mal cuidada,  ríspida, con mucho barro. De todos modos seguí adelante.

No recuerdo bien qué sucedió después. Me encontré con algunas personas a las que conocía de alguna parte y me entretuve en otras cuestiones. Lo cierto es que más tarde, después de otros episodios que rememoro muy vagamente, recordé de repente mi objetivo: debía regresar al lugar del principio, allí donde había comenzado mi sueño, para poder encontrarme a mí mismo, con mi cuerpo en trance, y ver qué sucedía cuando estuviese allí, ante mí mismo, visto desde ese yo desdoblado a través del cual experimentaba ahora el mundo. Sin embargo, cuando llegué al lugar en cuestión, en el cual se suponía que debía estar todavía mi propio cuerpo en letargo, ya no había nadie. Al parecer había transcurrido un tiempo importante, aunque no hubiese manera de saber cuánto, y ya todos se habían ido. En ese momento me dije: "Resulta que ahora estoy aquí, pero en alguna otra parte hay un cuerpo que también es mío, aunque no sea yo, pero soy yo, y necesito encontrarme." En ese momento desperté. Pero de algún modo comprendí que mi sueño hizo alusión a una búsqueda que continúa más allá del universo onírico.

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