martes, mayo 24, 2016

Palabras

Sugiere José Saramago, en algún lugar de sus Cuadernos de Lanzarote: "Tome las palabras, péselas, mézalas, vea la manera como se unen, lo que expresan, descifre el airecillo bellaco con que dicen una cosa por otra y venga a decirme si no se siente mejor después de haberlas desollado. A las palabras hay que arrancarles la piel. No hay otra manera para entender de qué están hechas."

Pienso, entonces, que lo único que en definitiva tengo son las palabras. No poseo otros valores, en verdad; ningún bien. Nada más las palabras, y por eso escribo. Y mis palabras dicen, sin lugar a duda. Dicen, porque ciertamente las desollo en cada ocasión, aunque al mismo tiempo pareciera a veces que ellas, recíprocamente, también me desollaran a mí. Dicen, no obstante lo cual lo que dicen no podría interesarle demasiado a nadie; solamente a mí. Y es que las palabras en realidad no dicen nada, ni siquiera lo que dicen, sino que son parte de un exorcismo, que me traslada por un rato a otra parte. Nada más que eso. Nada menos.

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