lunes, junio 22, 2020

Día del padre

Y mientras ahuyentabas sombras
de gentes que no estaban allí,
me decías que soñabas con
un águila de tres cabezas:
la primera te escudriñaba,
la segunda te hipnotizaba
y la tercera te golpeaba
con su pico de bronce,
hasta abrirte el cráneo.
De inmediato añadiste,
encogiendo tus hombros
como si fuese un misterio,
que así dicen que es la bestia
que recibe a quienes fueron
condenados al purgatorio.
Quise decirte entonces que
no no tenías que preocuparte,
pues tal sitio no te estaba destinado,
pero sólo me salió decirte un te quiero.
Y no pude sino pensar en la fragilidad de la vida,
y no pude sino llorar ante la despedida inminente,
que así son, en definitiva, las despedidas todas.

Papá, te extraño.



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