lunes, abril 30, 2007

"Hay que ser feliz, aunque más no sea por orgullo.”

Lo solía repetir mi buen amigo Claudio Vecchione, según él tomando palabras que alguna vez fueron de Jorge Luis Borges. Yo no sé, pues no estuve allí para escucharlo, si es que esas palabras Borges las dijo, ni recuerdo haberlas leído, para el caso de que las haya escrito. Pero no tengo motivos para dudar de la palabra de mi amigo.

Lo que sí me están faltando son motivos para convencerme de que ser feliz, aunque sea por orgullo, sea una misión posible... ¿Será la felicidad una decisión del alma, finalmente?

sábado, abril 21, 2007

Perfiles agresivos

Jueves por la noche. Salgo de la facultad, luego de haber dado clases por segunda vez en el día. Primero fue el taller de escritura en la UdeMM, por la mañana. Luego la jornada en la radio, y finalmente Psicología y Comunicación en la UBA. Lo que se dice una jornada completa. Subo con mi automóvil a la autopista, para llegar más rápido a mi casa, pero a los pocos kilómetros de andar me doy cuenta de que algo anda mal. La fila de coches, allá adelante, se detiene de un modo brusco y comienza luego a andar a paso de hombre. Hasta que un par de kilómetros más adelante comienzan a aparecer las señales inquívocas del accidente: los conos de seguridad cerrando primero un carril, y luego otro más, un par de vehículos de emergencia, la gente desde un puente peatonal mirando hacia adelante, con curiosidad y un mal disimulado morbo, y finalmente la policía y una ambulancia, al lado de un cuerpo tendido sobre el asfalto, tapado con una manta que, pese a todos los cuidados, no logró contener el avance de dos charcos de un líquido que se adivina espeso y todavía caliente, que de a poco crecen hasta invadir el carril aledaño, por donde los autos circulan con lentitud, pero en definitiva ajenos al drama. Al pasar me doy cuenta de mi reacción: hago una brusca maniobra al volante para evitar pisar con las ruedas de mi coche la sangre. El gesto fue impulsivo. Pudo más el rechazo a pasar por encima de ese charco que el temor a ser chocado por el auto que viniese circulando por mi derecha. Unos metros más adelante, una zapatilla. Y enseguida una camioneta, detenida sobre el carril más veloz, con el capot y el parabrisas destrozados.

En ese instante me acordé de pronto de algo que había leído, no tanto tiempo atrás, en el manual del usuario de mi automóvil. Unos minutos más tarde, luego de haber salido de la autopista, me detuve en una estación de servicio, saqué el manual de la guantera y busqué rápidamente. No me había equivocado. Allí estaba: "Si desea dar un aspecto más deportivo a su vehículo, usted dispone de llantas de aleación, volantes de cuero y otros accesorios que armonizan con el diseño de su auto y le otorgan un perfil más agresivo." No decía sobrio, ni tampoco elegante. Lo deseable parecía ser que el auto tuviese un aspecto más agresivo. ¿Cuál es la idea? El mismo manual que tanto abunda en diferentes consejos acerca de la seguridad en el manejo, vende como atractiva la idea de un vehículo cuya característica deseable parece ser la agresividad. Imaginé entonces, como el arquetipo máximo del perfil agresivo de un auto, no un diseño aerodinámico, con poderosos focos y llantas de aleación, sino un capot y un parabrisas destrozados y manchados de sangre todavía caliente.

No me parece posible que manejen del mismo modo una persona que se jacta de tener un auto de líneas sobrias, que aquel otro que se ilusiona con ser dueño de un vehículo de perfil agresivo. Una vez más, me dije para mis adentros, queda claro que las palabras y el mundo de lo simbólico jamás son del todo inocentes.

martes, abril 17, 2007

Ilusiones


Desde hace varios días, semanas, incluso meses, esta imagen me inquieta. ¿Cuál es la razón? La verdad es que no hay ninguna razón aparente; aunque ya se sabe que las apariencias a veces engañan. Tal vez no quiero terminar de saber. Se trata, después de todo, nada más que de una tela, el estampado de un cubrecamas (el mío, para ser más puntual), compartido por dos almohadones sobre los cuales suele descansar cada tanto mi cabeza durante las noches.

Mi mente, sin embargo, se empecina en ver allí otras cosas, formas de hombres y de mujeres, por ejemplo, memorias de tiempos remotos, añoranzas de paisajes imposibles, los afanes de los cuerpos extraviados, allí donde tal vez sólo haya, después de todo, una humilde trama de hilos dispuestos de un modo un tanto caprichoso. Así es a veces nuestra mente, una fábrica de ilusiones. ¿O acaso será posible que, después de todo, esas percepciones que uno termina creyendo falaces sean, al fin y al cabo, la mirada verdaderamente lúcida de las cosas tal como deberían ser?

Hay días en que imagino que estos hombres y estas mujeres cobran vida, y entonces les pregunto acerca de todos los misterios sin resolver que me desvelan. Pero es en vano, por supuesto. No porque estos seres no me respondan nunca, sino que, cuando lo hacen, el sentido común me lleva a pensar que todo no ha sido sino un producto de mi febril imaginación.
Por otra parte las cosas que escucho tampoco son claras. Los mensajes me recuerdan las profecías del Oráculo de Delfos, que tanto podían ser interpretadas en un sentido o en su perfecto contrario. Tal vez estos mensajes debieran ser leídos entre líneas... como todas las cosas siempre, en definitiva.

Lo cierto es que cada noche que apoyo mi cabeza sobre estos almohadones, o me abrigo con ese cubrecama, un mar de delirios parece apoderarse de mí. ¿Serán realmente meras ilusiones? ¿O habrá en algún lugar de la mente una memoria inconfesable que me lleva una y otra vez a revivir una vida distinta de ésta, rodeado de esos hombres y esas mujeres estampados en la tela? Hay días en que siento que realmente necesito volver a estar entre ellos. ¿Será acaso una ilusión posible?

domingo, abril 15, 2007

Hablando de Dios... (humor agnóstico)


El hombre y sus creencias. Le ponemos a Dios rostro de hombre porque nos place, en lugar de imaginarlo mujer, que de ella es que surge la vida. Cometemos las mayores atrocidades en su nombre, que solemos invocar en vano. Y como si eso fuese poco solemos tener la jactancia de pretender que comprendemos sus divinos designios.

El cuento que sigue es conocido, pero tan bonito y aleccionador que vale la pena dejarlo asentado por escrito. Es la historia de un pueblo azotado por una inundación, producida por torrenciales lluvias. Pocos kilómetros arriba del pueblo hay un dique, que a causa de la crecida amenaza con ceder en cualquier momento. Por eso es que las autoridades han decidido evacuar a todos los habitantes. Las lanchas de la defensa civil recorren las calles, tapadas por el agua, para socorrer a los últimos rezagados. Entre ellos se encuentra el Padre Lorenzo, que resiste en su parroquia, indiferente al hecho de que el agua ya no permita ver los mosaicos del piso y amenace con cubrir dentro de poco el mismo altar.

- ¡Padre!... ¡Véngase con nosotros! ¡La presa va a ceder en cualquier momento!, le gritan los socorristas.

Pero el sacerdote permanece indiferente a la emergencia.
- No se preocupen, hijos míos. Yo sé que Dios no ha de abandonarme.

Esta escena se repite una, dos, cinco veces. Y siempre la respuesta del padre es la misma:
- ¡Vayan ustedes! ¡Yo me quedo a cuidar mi iglesia! ¡Y quédense tranquilos, que yo tengo fe en Dios, que no me va a abandonar!...

El agua, finalmente, hace ceder el dique. El valle se inunda por completo, las casas son arrasadas por la fuerza de la torrentada, y con ellas la modesta iglesia, que se derrumba completa, sin ofrecer resistencia.

El Padre Lorenzo, de quien de más está decir que muere ahogado, como ha sido un hombre bueno llega al cielo, donde lo recibe Dios en persona. Y humano, al fin y al cabo, el padre no puede reprimir su reproche:
- Dios mio, dios mío... Yo me quedé a cuidar tu iglesia, cuando todos huyeron del pueblo. Yo tuve fe en que no ibas a abandonarme...

Y Dios, magnánimo pero explícito, frenó con un gesto lo que el sacerdote le iba diciendo para indicarle:
- Lorenzo, has sido un buen sacerdote, pero también un necio. Yo jamás te he abandonado. Cinco veces rechazaste la lancha que yo te enviaba para que te fueras de allí...

Así son las cosas con el Señor. No hay manera de comprender cabalmente sus designios. Y jamás sabremos si al intentar no defraudarlo, no estaremos en realidad despreciando la mano que se extiende para ofrecernos su divino obsequio.

domingo, abril 08, 2007

Domingo de Pascua


...el Doctor Frankenstein miró entonces por primera vez a los ojos del monstruo y no logró contener las palabras azoradas en su boca, esas que con tanto celo habían sido contenidas hasta entonces:

- Eres... una aberración, un engendro, un espanto...

Y la criatura, en el que acaso fue su momento de mayor lucidez desde que tenía nueva vida y memoria, miró a su vez a los ojos de su creador y le dijo, masticando cada una de las vocales que iba encontrando a su paso:

- Herr Doktor... Mal hace usted en juzgarme así, con tanta levedad. ¿Acaso olvida que ha sido usted, y nadie más, quien hizo de mí lo que ahora tiene delante suyo?

jueves, abril 05, 2007

Música de dos mundos...

Cuando uno inicia un blog, muchas veces no tiene claro a dónde terminará conduciendo esa experiencia. Sobre la marcha van cambiando cosas, surgen nuevas ideas o ganas de generar otras cosas... Hay una evolución, en definitiva, lo cual es siempre positivo.

Todo esto viene a cuento de que hoy deseo invitar al eventual visitante de este blog a un nuevo espacio, dedicado exclusivamente a la música. La idea es que semanalmente aparezca, en este nuevo blog, la reseña de un disco que, al margen del género que encare, a nuestro entender valga la pena ser conocido y escuchado.

Serán, casi siempre, producciones independientes o de sellos locales de mediana envergadura, puesto que la idea es poner algunas pistas de audio a disposición del visitante, que sea posible escuchar on line. Y ya se sabe que no es sencillo obtener las licencias necesarias por parte de los sellos multinacionales, incluso cuando el propósito sea la difusión de la música. Si los discos gustan, allí donde sea posible pondremos los datos necesarios como para que nuestro visitante pueda adquirirlos.

Digamos que es un convenio de mutua conveniencia: el usuario puede comprar el disco sabiendo lo que compra, y el artista puede mostrar su material para que el oyente se interese en su trabajo.

El link para acceder a este nuevo blog, en definitiva, se encuentra aquí debajo... ¿El título de este nuevo blog?... Responde a un antiguo programa de radio, que tuve el gusto de conducir años atrás en Radio Nacional. Espero que sea un aporte útil para todos.

Música de dos mundos
(Haga click sobre este título para ir al nuevo blog...)