sábado, abril 18, 2015

La pregunta sin respuesta

Me pregunto qué me pasa, qué me sucede. Y me respondo que me pasa y me sucede que me fastidian esas personas que de repente te preguntan qué te pasa, porque te presintieron, o porque te vieron la cara rara, y me fastidia no porque se interesen, claro que no es eso lo que me molesta, sino que me irrita sobremanera que te lo pregunten como si uno tuviese la obligación, o siquiera la menor posibilidad, de conocer esa respuesta, como si no fuese suficiente la evidencia de que algo malo sucede, como si el paciente fuese a darle al médico el diagnóstico de su malestar, o como si el automóvil que no funciona fuese a responder si el mecánico le preguntara `qué te pasa, por qué no arrancás, qué te sucede`, y lo más grave es que en el fondo están convencidos de que si no hay una explicación razonable para tu problema, es porque el tal problema no existe.

La gran pregunta es entonces dónde encontrar un mecánico que te pueda arreglar el alma. Por fortuna, todavía creo que esos mecánicos existen, en alguna parte. Pero estoy seguro de que no te preguntan cosas absurdas como "qué te pasa", sino que simplemente te acompañan, se quedan cerca, y de esa manera te curan, te arreglan, aunque sea un poco, como para que puedas seguir andando.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu pregunta sí tiene respuesta. Existe, sí, un mecánico para el alma, que ya sabe de antemano en dónde está fallando el carburador de tu corazón. Como una vez creo que vi en algún lado, "Have you tried Jesus"?

Germán A. Serain dijo...

Si mucho no me equivoco, según el relato del Nuevo Testamento, Tomás, uno de los apóstoles, después de la resurrección de Jesús, necesitó ver las heridas de su Salvador y hasta tocarlas con sus propias manos para creer. Si a uno de los elegidos por el propio Jesús se le permitió dudar en tal medida, ¿cómo se podría esperar una fe ciega y absoluta de un hombre cualquiera, como es el caso mío? De todos modos, en mi escrito digo que sí creo en esos "mecánicos del alma". Pero no tienen carácter divino, sino que son humanos, como yo o como vos.

Anónimo dijo...

"Relato" hoy por hoy, y en nuestro contexto político, es una palabra desafortunada. Quizás "narración" le quite ese dejo de irrealidad que parece acusar la historia que figura en el Evangelio de Juan.