lunes, mayo 04, 2015

Alojamiento precario para un poema ajeno

Alguien, no importa quién, me hace llegar un poema que ha escrito. No sabe todavía qué hacer con él, dónde ponerlo, dónde dejarlo. Y cuando uno escribe un poema necesita ponerlo en alguna parte, para volver a tener las manos libres y poder así construir otro, y otro más, hasta que. En realidad yo mismo no sé muy bien hasta qué cosa. Sólo sé que los poemas son a veces exorcismos necesarios, que requieren un lugar para asentarse, aunque sea provisorio, como un pájaro que ha emprendido el vuelo y se detiene un instante en un sitio cualquiera para observar adónde ha llegado. Se me ocurre entonces que hasta tanto encuentres un lugar para poner tu poema, que mañana no será uno solo, sino acaso una bandada, este puede ser ese sitio cualquiera. Luego de seguro proseguirá su vuelo y encontrará un lugar mejor, más acogedor y seguro. Pero mientras tanto.

LLAMAS

Llamas de mi alma
Encendidas de miedo, de locura
Y yo, sin saberlo, intento apagarlas con tus llamas.

Llamas absurdas
Que me atraen como mariposa nocturna
Y yo, en vano, batiendo mis alas para no quemarme.

Llamas, fuego de la vida,
Como la chispa primigenia de la creación
Y yo, ser creado, apagándome en las cenizas de mi locura.

V.G.

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