Otra vez este gusto a sangre en mi boca.
Sin embargo, me miro al espejo y no hay nada.
Nada, excepto una cara cansada,
temerosa ante la soledad,
indigna de ser amada,
espantada ante su propio reflejo,
que refleja las horas en los relojes,
las hojas muertas de los almanaques,
la distancia atroz e insalvable
respecto de aquello que debió haber sido.
viernes, mayo 22, 2015
Deshoras (02:20 A.M.)
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