sábado, agosto 17, 2024

Me ne vación

Ya sé que mi cabeza no funciona bien.
Aunque en lo que acabo de escribir hay dos errores:
Porque no se trata solo de mi cabeza
sino de esa jodida conjunción de mente y alma,
por más que nadie tenga en claro esto último qué sea.
Y no es tanto que no funcione bien, como que
no se termina de acomodar al promedio.
O a lo que razonablemente podría esperarse.
O al menos a lo que hubiesen esperado
quienes buenamente se interesaron alguna vez en mí.
Y si no se terminara de entender esto del mal funcionamiento,
debería bastar la lectura de las cosas que escribo.

Qué es lo que no funciona bien.
Vamos, que para empezar no tengo idea
de qué sería funcionar bien, o por ende mal.
No sé si haya algo como un parámetro comparativo.
Qué sé yo cómo piensa o siente cualquier otro ser en el mundo
si nunca estuve ni podré estar, como se dice, en sus zapatos.
No puedo ver el mundo más que desde los ojos de mí mismo.
Esto me duele: no poder sino intentar adivinar
cómo ve ella las cosas, cómo me ve a mí,
qué es lo que siente, o lo que piensa,
cómo soy para sus ojos, por qué ahora me sonríe,
por qué ahora se va dejando un portazo detrás de sí.

No sé dimensionar las cosas, ese es mi problema.
Pierdo la perspectiva y el sentido de lo que me rodea.
Lo que para otros resulta claro y evidente
para mi se convierte en un intrincado dilema.
Mi problema es que no logro sentir lo que sucede
en su adecuada proporción y medida.
Y no consigo comunicarme como debiera.
Ni confiar un poco más en mí.
Ni hacer lo correcto en el lugar y el momento precisos.
Ni tampoco, ni tampoco, ni tampoco, ni tampoco.
Mi problema es que no puedo parar de pensar,
pero estos pensamientos no me llevan a ninguna parte.

"Pedazo de pelotudo", dijo recién una voz en mi cabeza.
Juro que así fue: cerré los ojos un momento,
porque el sueño siempre disipa los malestares del alma
(no siempre: hubo un tiempo en que me daba miedo dormirme
pues no sabía qué pesadillas me esperaban del otro lado)

y una voz en mi cabeza dijo eso.
Vení, decímelo de frente, si sos guapo.
O mostrame por lo menos un ser humano que no lo sea.
No soy peor que tantos miles y millones que también
pasaron por la vida creyendo, quizás, ser mejores.
O peores, andá a saber. No soy yo el único averiado.
Es más bien como si todos fuésemos sordos, ciegos, mudos.

Volví a quedarme dormido.
Me despertó un ruido, que pareció venir de la puerta.
Por un segundo creí que era ella.
("Creí que eras vos", estuve a punto de escribir, como un idiota).
Pero no, quizás alguien que pasó por ahí.
O un pájaro que voló cerca.
O quizás otra vez mi imaginación. Andá a saber.
Me levanto, para que no suceda de nuevo,
y escribo, otra vez, palabras, como tantas otras
que han sido dichas, susurradas, gritadas, vomitadas
y tantas otras más que nacieron calladas.
Pero no llegan a decir. Nunca alcanzan para

Mientras tanto, la vida pasa, la vida sigue,
la vida se va extinguiendo, sin demasiadas explicaciones.
Acaso, en realidad, ninguna.
Apenas un par de intuiciones, de vez en cuando,
que casi siempre son además contradictorias.
Me pregunto cuáles serán las dos o tres cosas importantes
que uno debería o hubiese debido hacer
para justificar en serio su presencia en el mundo.
Me pregunto ahora qué habrá sido
de la vida de algunas personas de mi infancia.
En dónde estarán ahora quienes ya no están en ninguna parte.
Donde estaré yo dentro de un mes, de un año, diez, mil.

Habrá alguien que haya logrado ser auténticamente feliz.
Yo lo fui alguna vez, durante un rato, algunas veces.
No tan pocas como para lamentarme,
ni tantas como hubiese debido.
Y ojalá alguna vez haya logrado hacer sonreír a quienes amé.
Lo demás es un abismo.
El abismo de mi cabeza, que no funciona bien.
Pero creo que eso ya lo he dicho.
Me ne vado. Vale decir: me evado.
Que no quiere decir eso, pero sí.
Excepto que no hay ningún lugar adónde irse.

No hay comentarios.: