sábado, julio 10, 2010

O no existe mientras la miro a ella


..."Mientras recorría una vez, y otra, y una más, la capilla, siguiendo por su orden los tres ciclos, me sorprendí con un pensamiento que todavía ahora no consigo desdoblar y examinar. Más que un pensamiento, fue un anhelo: poder dormir una noche allí dentro, en medio de la capilla, despertar antes del amanecer, y ver surgir de la oscuridad, poco a poco, como fantasmas, los grupos procesionales, los gestos,los rostros, aquel color azul de miniatura que es sin duda un secreto de Giotto, porque no existe en otro pintor. O no existe mientras lo miro a él."

Así habla H. (¿Héctor, Horacio, Hugo?...), el personaje sin nombre del "Manual de pintura y caligrafía" escrito por Saramago, haciendo referencia a la Capella degli Scrovegni, en la ciudad de Venecia, y a las obras de Giotto que allí se conservan.

Pero me queda latiendo la frase final, y me digo que Saramago bien podría haber estado hablando de otras cosas. Del amanecer al lado de una mujer deseada, por ejemplo. Que en el fondo es simple lograr que las cosas del mundo desaparezcan, que dejen de existir, con sólo tener al alcance de la vista, y de la boca, y de las manos, aquello en cuya contemplación uno pueda embelesarse.

Termina así este fragmento, y con ello el capítulo: "Nadie crea que existe en mí una vocación religiosa que se denunciara de este modo. Se trata más bien, y muy terrenalmente, de querer saber cómo puede nacer un mundo." Y yo me digo que también esto podría aplicarse, y de qué manera, al despertar junto a la mujer que se desea. O se podría escribir, en general, ante el deseo de todo aquello que al fin y al cabo se estima poco menos que inalcanzable.

1 comentario:

Germán A. Serain dijo...

...porque no existe otra mujer. O no existe, por lo menos, mientras la miro a ella.

Que esto es lo que hubiese podido escribir yo, puesto en el lugar del autor, y creo queda claro, incluso no siendo "ella" ninguna persona en particular, sino apenas una idea, algo así como una proyección imaginaria.

Y si sobre el final escribí eso de, y valga la redundancia: O se podría escribir, en general, ante el deseo de todo aquello que al fin y al cabo se estima poco menos que inalcanzable...

...en realidad podría haber completado la idea escribiendo luego algo así como: ...que inalcanzable es siempre, nos guste o no reconocerlo, el secreto de esa persona deseada, que debería venir a completarnos, pero que siempre se nos escapa, desde el momento en que es otra persona, tan diferente y distante de nosotros.